sábado, 1 de agosto de 2015

Rumbo al mercado.



Por Joel García Cobos.


Cuando era niño, durante mi primaria 1966 – 72, mis padres acostumbraban comprar la  comisaria,   
enseres y ropa, principalmente  en el mercado municipal y en algunos comercios de su periferia, en  ese  entonces la ciudad no contaba con las  grandes  tiendas de auto  servicio que hay ahora, como Soriana, Chedraui y Aurrerá, ni centros comerciales como El gran patio. Así que el mercado era el ombligo de la actividad comercial.


Como éramos 4 hermanos varones y luego mi hermana, cada semana mis  padres nos llevaban a dos, y dos se quedaban, y a la otra semana a los otros dos, con lo cual a mí me correspondía acompañarlos cada quince días. Mi hermana a veces iba, o se quedaba  con mi abuelita.

La aventura comenzaba al tomar el autobús para el centro, caminábamos a la esquina de la calle Nogal, esperábamos que pasara la ruta Chapultepec y nos  subíamos, ahí íbamos en suspenso sorteando los hoyancos, casi se volteaba el camión; en tiempo de lluvias se volvían peligrosas lagunas, con zacateras y mosquitos propicios para el paludismo. Si alcanzabas asiento, por la ventanilla  veías  el  triste panorama,  el  “oleaje”  llegaba hasta algunas de las salpicadas puertas de las casas que estaban junto a la calle; si ya iba lleno __por  más que te cuadraras como el Charrito Pemex__ resistías estoico ir colgado y rebotando entre los pasajeros.

Otra  opción era,   abordar el que pasaba en la calle Carretera Pozo 13, ésta estaba un poquito mejor, pero al fin de cuentas “Juan te llamas” y era lo mismo, el chofer sorteaba con pericia las lagunas, y en el bochornoso zangoloteo, anhelábamos    que el Municipio pavimentara al  menos las calles principales de Poza Rica, que el gobierno nos hiciera justicia y arreglara las colonias más céntricas.   ¿No se decía en los noticieros a nivel nacional que Poza Rica  es la capital petrolera del país?



  Después de tanto brinco, el autobús se iba por el bulevar Adolfo Ruíz  Cortines, disfrutábamos viendo el Paseo de la Burrita  con  su gran cantidad de árboles de muchas variedades, y aunque era la ruta más larga por autobús  llegábamos  al mercado en escasos minutos, pues la  Chapultepec es una de las colonias más céntricas __de ahí  
 nuestro berrinche__, la ruta corta es,  cruzando el puente de Las Reinas, pasas frente la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, detrás de las 2 primeras  escuelas fundadas  en la ciudad: Primaria  Art.   123 María  Enriqueta y secundaria        Colegio Salvador Díaz Mirón. 
Ya  en el centro,   las  últimas paradas eran las paralelas al mercado y al Paseo de
la Burrita, que  en aquel entonces  llegaba su  zona verde hasta allá, a veces su pasto estaba bien cuidado y en otras administraciones no , los autobuses dejaban su último  pasaje  en la esquina de donde posteriormente estuvieron los comercios: La Singer, el hotel Cristal, los baños Tampico y el hotel Juárez, aquí todo mundo bajaba.


La unidad continuaba una cuadra más, hasta llegar al cruce con la Av. Central 
Poniente, donde hoy pasa el Distribuidor Vial, aquí  estuvo durante muchos años enseñoreando, uno de los principales iconos de nuestra identidad pozarricense, el  añorado Reloj de la Paz, otros lo llamaban el Reloj Chino, regalo de la comunidad China.

































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