jueves, 30 de julio de 2015

La Comisaria.



Por Joel García Cobos.

Cada etapa de mi vida la recuerdo con satisfacción. Mi niñez fue muy divertida, con 3 hermanos varones, mi hermana, mis padres y mi abuelita la casa siempre esta alegre. A Gabriel García Marques se le atribuye la frase: __”La niñez no es como se vive, sino como se recuerda”. Esto es muy cierto, pudieron suceder muchas cosas, pero las que realmente importan son las que recuerdas. En esta ocasión, quiero compartir contigo algo de mis recuerdos.
Cuando era niño, mis padres acostumbraban comprar la  comisaria  en  el mercado municipal  y comercios de su periferia, en  ese  entonces la ciudad 
no contaba con las  grandes  tiendas de auto  servicio que hay ahora, como Soriana y Chedraui, ni centros comerciales como El gran patio. Así que el mercado era el ombligo de la actividad comercial.


Como éramos cuatro hermanos varones y luego mi hermana, cada semana mis  padres nos llevaban a dos, y dos se quedaban, y a la otra semana a los otros 2, con lo cual a mí me correspondía acompañarlos cada quince días. Mi hermana a veces iba, o se quedaba  con mi abuelita, ella nos consentía dándonos de desayunar lo que nos gustaba, que era  cereal azucarado como Zucaritas o Choco Crispis, y pan con mantequilla.
Mientras que los que se quedaban se ponían de acuerdo en su almuerzo, para los que nos íbamos la aventura comenzaba al tomar el autobús para el centro, llegábamos a la esquina  de la calle Nogal, esperábamos que pasara y subíamos a la ruta Chapultepec,  ahí íbamos sorteando los hoyancos, que se volteaba el camión o no,  en tiempo de lluvias se volvían peligrosas lagunas, con zacateras y mosquitos propicios para el paludismo. Si te tocaba asiento, por la ventanilla
veías  el “oleaje” que en muchos casos  llegaba hasta algunas de las puertas de las casas que estaban pegadas a la calle, si iba lleno, resistías estoico ir colgado y rebotando entre los pasajeros.

A veces probábamos suerte y abordábamos el camión que pasaba en la calle Carretera Pozo 13, ésta estaba un poquito mejor, pero al fin de cuentas era lo mismo, el chofer sorteaba con pericia las lagunas, y en el zangoloteo, anhelábamos que el Municipio pavimentara las calles, que el gobierno nos hiciera justicia y arreglara las calles. ¿No era Poza Rica  la capital petrolera del país? De aquí extraían  gran cantidad de hidrocarburos generando divisas a la nación.

El ATPC como se le llamaba también al camión, por  las iniciales de la empresa transportista única en aquel entonces, se iba por el bulevar Ruíz  Cortínes y llegaba  al mercado en escasos minutos, debido a su cercanía;  las  últimas paradas eran las paralelas al enorme mercado, en la esquina del hotel Cristal, la de los baños Tampico y el hotel Juárez,  cruzábamos el Paseo de la Burrita, aún zona verde y caminábamos ya junto al  mercado, sobre la Heroico Colegio Militar, entrábamos por esa puerta lateral y llegábamos al área de fondas.

Para mí, era un gusto almorzar en el legendario El Rey de la barbacoa. Aquí se comía la mejor barbacoa de la ciudad, en caldo y en taquitos, dibujado en la pared del diminuto y abierto local estaba un hermoso borreguito, blanco, gordo y lanudo, el socorrido lugar  era atendido por Magdaleno, él siempre estaba parado, sonriente, entre la olorosa olla y el mostrador atestado de comensales, vestido con su mandil muy blanco, en  sus manos tenía la destreza propia de su oficio: en cuestión de segundos despachaba docenas de taquitos.

Magdaleno era como un gran director de orquesta, sus movimientos eran precisos, sacaba de la formidable olla la humeante carne, la colocaba sobre la gruesa y redonda tabla de madera, la picaba con destreza y orgullo,  se escuchaba constantemente aquel alegre “tac, tac, tac, tac” que  presagiaba una nueva ronda de tan anhelado manjar; luego estiraba el brazo y  asía un platito con su papel recientemente repuesto;  y a las tortillas calientitas de acuerdo a los tacos, 2 por cada uno, les iba echando la deliciosa y blanda barbacoa; cada cliente se encargaba ya con el plato en el mostrador de echarle al gusto: la sal, el cilantro y la cebolla, el limón y la salsa.  ¡Qué delicia! No recuerdo cuántos de esos sabrosísimos taquitos me comía.

Mi madre nos preguntaba si queríamos más, mi padre añadía que no nos quedáramos con hambre, pedir y agarrar era una sola cosa y tal el portento de aquel hombre venido de no sé qué lugar, ya con la barriguita llena, mi padre se paraba,  pagaba y nos decía: __”Manos a la obra” ahí cerca  estaban otras áreas, como: frutas, verduras y granos, él iba al frente, caminaba de prisa por los pasillos y llegábamos enseguida a los puestos a comprar.


Era entonces justo y necesario un descanso, nos dirigíamos al área de ropa y visitábamos a Doña Meche, un verdadero  oasis entre el calorón y el trajín.  Amiga de mis padres, era todo amor y ternura, tenía un puesto llamado Casa Meche, vendía ropa de niñas, niños, jóvenes y señoras. Mi hermano y yo llegábamos corriendo  a ver quién ganaba el sillón  y el ventilador, mis padres y Meche se saludaban con gusto, como si tuvieran años de no verse, platicaban, le dejaban encargadas las incómodas bolsas, y nos compraban ropa.
Después de un rato de descanso seguía la segunda parte de las compras, alrededor habían otros  comercios, por ejemplo Relojería y Joyería El Diamante, donde mi padre me compró mi primer reloj, un  Citizen que me regaló en un cumpleaños; estaba Casa Morgan donde nos compraban los uniformes deportivos; Casa Torres o El Vencedor, también vendían ropa; Relojería y Joyería La Esmeralda, etc.


Salíamos del mercado y llegábamos a Kattás, Almacenes García, Almacenes Apolo,  o a Lomar __López Márquez__, este moderno edificio  de 5 o 6 pisos tenía un novedoso elevador transparente; pasábamos por una refresquería, pedíamos choco milk, limonada o nieve, mi hermana invariablemente quería licuado de guanábana con leche, me gustaba ir al mercado y participar de estos incentivos.
La familia regresaba contenta  con  Meche, tomábamos las bolsas y nos despedíamos agradecidos. Los camiones de ruta se instalaban al salir  del mercado, de esquina a esquina, sobre el Ruíz Cortines,  el de la Chapultepec se tomaba frente a la bonetería La Fe, que pertenecía a la maestra Aurorita. Un tiempo después, cuando hubo más unidades se estacionaban también en la cuadra siguiente, a un costado de un supermercado que se llamó La tienda Modelo.
Llegábamos a casa cansados, acalorados pero muy contentos y satisfechos.


Texto publicado en: Kaniwá Núm. 3, suplemento cultural del  periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Ver. México, el  24 de mayo de 2015. 





Los Maestros son inolvidables.




Por Joel García Cobos.

Es cuestión del capitalismo que haya Día del Médico, Día del Abuelo, Día del Policía o Día de la Mascota, hay un día para todo, el asunto es hacerte comprar y consumir; En los días festivos la gente anda acelerada comprando como autómatas, para escucharla un día después que pasa todo: no hay dinero, la situación está difícil.

La Unesco más diplomática que los  comerciantes hechos gobierno, nos doran la píldora y quieren hacernos creer que es para que las personas tomemos conciencia de las diferentes cuestiones, y el mundo sea “mejor”.
Tratando el tópico más en serio y en serie,  es bueno que haya un día especial de lo importante de nuestra cultura, sobre todo de los Padres y Maestros, pues los padres son nuestros primeros maestros, y los maestros son como padres __guardadas las proporciones__ llegamos a  recordar a nuestros mentores con cariño y agradecimiento así como a nuestros progenitores; ambos son motores en nuestro desarrollo y sustentabilidad.

A mis casi 55 años, recuerdo con aprecio a gran número de mis profesores,   mi primera maestra aparte de mi madre fue la maestra Esther, me dio clases en el kínder; ya en la primaria estatal Niños Héroes, de la  colonia  Chapultepec, la maestra Magdalena, estuvo en la escuela solo un año, cuento en broma que llegó a enseñarme a leer y escribir y se fue, sus apellidos se me han olvidado pero no así su rostro dulce y su paciencia y amor.

También me dieron clases la maestra Tomasa Campusano Gómez;  Lupita Hinojosa Mendoza; Ángela; Javier Cruz; Jorge Sánchez; Rafael Martínez y Mtz; a mis hermanos: Gonzalo Díaz Mora; Altagracia Cortez de Méndez; Juan Manuel Ocotla Contreras; Enedina Caro Benavides; Reyna  Rangel; Zoila; Guillermo, inolvidable el Director: Eduardo Méndez Juan, que tenía una firma hermosa. La mayoría ya descansan. No olvido los de secundaria, prepa ni Uni. Les cuento una anécdota.

La torta de Jamón.
Ya con el lonche en mi mochila me iba feliz al kínder, pasaba a saludar a doña Bertha, una viejita que vivía sola, a dos casas iba por Silvia, mi compañera de clases, seguíamos caminando por  la calle Pozo 13 hasta la calle 10, brincábamos contentos entre las zangas de la introducción del drenaje.

Mi maestra Esther me daba clases en su casa, tenía varias hermanas y cuando llegaba me preguntaban invariablemente: __¿Qué trajiste para almorzar? Les contestaba que una torta, luego me volvían a consultar: __¿De qué trajiste tu torta? Yo les contestaba: __”De jamón”. Con tanto interrogatorio me di cuenta que les llamaba la atención mi acento, pues pues tenía 5 años y aún no pronunciaba bien, un día en que iniciaban  la exploración, les contesté en mi lengua trunca:
 __”Siemple me pleguntan: __ ¿De qué tlajiste tu tolta? ¿De qué tlajiste tu tolta? __¿Pol qué mejol, mandan a  complalme un leflesco pala que  me desatole la tolta?  Y desde ese día almorcé con refresco, jugo o leche.
Mi madre lo contaba atacada de la risa.

Nace Kaniwá: Bienvenido.



    Por: Joel García Cobos.
(Poza Rica de Hidalgo, Ver. A 11 de mayo de 2015). En los últimos meses escuché lejanos rumores: __”El Suplemento Dominical de La Opinión, regresa.”
Agudizando los sentidos, no podría decir de dónde venía ese apenas perceptible eco, que cada vez iba en aumento tomándose de las alas del   viento.  Tal vez venía de todas partes de nuestra joven ciudad cuando aquella brumosa mañana de marzo del 2005 se quedó sin sus tradicionales y afables páginas; De las aulas escolares, donde maestros consultaban y a la vez hacían valiosas aportaciones;  tal vez  de los talleres  y grupos culturales, que hay desparramados en nuestra patria chica; o de los obreros  e historiadores de la industria petrolera que en fechas especiales se expresaban con arrojo.

Tal vez el murmullo venía de las amas de casas, de empleados y jóvenes que en sus momentos de descanso abrían el tabloide para encontrarse con una lectura actual, corta y amena que le hiciera más agradable aquel momento. O de las personas maduras y de los ancianos que crecieron en el siglo pasado, barriendo cotidianamente al amanecer, las hojas de los  nutridos árboles y  al concluir la obligada faena,  abrían con satisfacción  el semanario para irlo leyendo conforme se lo permitían sus anteojos, entreteniéndose en  una breve y  agradable lectura que les recordara sus pasos en el tiempo.

O a lo mejor vino de mis adentros, de mis sueños más íntimos o de mis anhelos más acariciados, de los rostros de mis amigos que aún no se van y que tienen mucho qué decir, qué hacer o qué recordar de nuestra patria chica: Poza Rica, Veracruz. De igual forma, este suplemento es de gran beneficio a la zona norte de nuestro estado.
Kaniwá, vocablo en nuestra lengua regional, el Totonaco, quiere decir: “Nuestra palabra en todas partes”    y su primer número salió el 10 de mayo de 2015. 
 El anterior suplemento llamado VERSATILE, si mi mente no me falla,  dejó de salir  el segundo o tercer domingo de marzo de 2005, escribí en él  18  años, desde marzo de 1987.
Así que, Bienvenido  Kaniwá.





Presentación.



En Kaniwá cultura regional, iré subiendo el material que vaya publicando   en Kaniwá Nuestra Palabra en Todas Partes,  que es el Suplemento Cultural del periódico La  Opinión, El mejor diario de la zona norte del estado de Veracruz.

Kaniwá, sale  a la luz pública el 10 de mayo  de 2015,  después de 10 años de que el periódico  La Opinión, dejó de editar  su anterior suplemento, magnífico órgano de promoción cultural,   en el cual escribí 18 años.

Así, que, es una nueva oportunidad de difundir la labor cultural  regional que realizan destacadas  personas, y de apoyar a las nuevas generaciones.

Así que sean bienvenidos a este blogs  de su servidor Joel García Cobos.