domingo, 26 de junio de 2016

Consejos de mi Padre.

Por Joel García Cobos.

1.- Reconoce  que hay un Dios, que todo  lo bueno  viene de Él,  te da fuerzas  y sabiduría,  así que  tómalo en cuenta  en tus decisiones  y  acciones. 
2.- Sé puntual y  ordenado.
3.- No digas mentiras.  El mentiroso debe tener  muy buena memoria.
4.- Estudia una profesión y un oficio, que te gusten  hacer toda la vida  sin aburrirte.
5.- Fíjate bien al pasar las calles.
6.- No tomes ni fumes, es  tirar el dinero.  
7.- No gastes más de lo que ganes. Es mejor una  goterita que entre y no chorro  que salga.
8.- No seas peleonero ni robes.
9.- Ten tu propia casa, constrúyela de acuerdo a tus posibilidades. 

10.- Procura  siempre el bienestar  de  tu mamá.



Texto Publicado en: Kaniwá #59 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 19  de junio de 2016.



Todos tenemos derecho a vivir.

Por Elisa Cobos Enríquez.

Don Francisco nació con el siglo  pasado, en Cosamaloapan  de  Carpio, Veracruz, estudió  la  primaria  en la Escuela Cantonal, su maestro  fue don  Benito Fentanes.  En su juventud,  por  unos años, fue  secretario particular de un  funcionario  público de Orizaba, que el tiempo ha borrado su nombre,  se separaron, pues  el gobierno lo envió a  Europa en  misión  especial durante la Primera Guerra Mundial.


Llegó a ser alto, delgado, moreno, de cabello ondulado,  sus ojos muy claros como la miel, su  mirada  profunda y tierna, como  si  amara a todo su entorno, a su esposa,  a   sus  2 hijos. Vestía  de mezclilla para  el trabajo, casimir  tropical  para  salir, zapatos  en dos tonos  y  tenía  una  colección  de sombreros: Fieltro, tardan, panameño, hippie,  yucateco  y sin faltar el jarocho.  Sus oficios: Carpintero, albañil, electricista, plomero, barrendero, curandero, no brujo,  sino que conocía mucho de  yerbas  medicinales.  Le gustaba sembrar árboles   y barrer sus hojas, aspirar el olor de la tierra  húmeda.   

Todo lo hacía bien y a conciencia, si la calle tenía hoyos, los rellenaba  y mantenía sin zacateras. Le gustaba leer los periódicos, compraba  2 o 3  y analizar las noticias en cada uno de ellos;  contemplar las noches estrelladas,  encontrar las constelaciones; y las matemáticas en especial. En una ocasión que trabajaba en un astillero, desempeñando uno de sus  oficios como lo era el de barrer,  el  Ingeniero  Naval se quebraba  la cabeza  frente  a  una  montaña de  papeles, y exclamó: __”Pues no doy con el error”, él se acercó junto al Ingeniero y después de analizarlos le señaló una operación con el dedo, al comprobar medidas  le dijo: __”Deje la escoba por ahí, desde  este  momento usted es mi asistente.”

También era Práctico, subía y bajaba  los barcos al  dique, trabajo de mucha  responsabilidad,  cuidaba todos los  detalles  de  las  maniobras para  que  no  salieran los  obreros  lastimados. Cuando  al ingeniero  le  ofrecieron trabajo  en  Brasil, le insistió que se fuera  con él,  con todo y familia  pero no quiso. 
A donde iba, transformaba el  lugar. Otra etapa de su vida fue en la hacienda  La Cantica, era parte de una enorme montaña y tenía un aserradero, los trabajadores inexpertos  tumbaban los árboles sin madurar desperdiciando mucha madera, don Francisco la aprovechaba para hacer  carbón, era el  combustible de esa época y se  ganaba buen dinero. En la casa colorada  como le  decían, se  acomodaban todos  los empleados  del  aserradero  con sus  familias,   ha de  haber sido de unos 30  metros  de frente  por  10 de fondo,   sin divisiones  y varias puertas y  ventanas, en el patio tenía un pozo que según la gente estaba  embrujado, y le echaban todo tipo de  basura: Ramas, cartones, latas, animales muertos.
Don Francisco se propuso limpiarlo,  todos los días después de  que salía  del trabajo le  sacaba  algo, poco a poco hasta que llegó al fondo, su esposa y su niño le ayudaron a sacar latas de lodo, hasta que por fin quedó limpio y con un agua cristalina y buena para consumir. Entonces  todos agarraban agua del pozo, su esposa le decía: __”Nadie te ayudó y ahora todos tienen agua” él le decía  que no se fijara en eso, que  entre más agua le sacaran,  más producía porque se limpiaban los veneros.
Amaba a todos los animales por igual, en la hacienda había una gran cantidad de fieras y víboras, desde inofensivas hasta peligrosas, como: Coralillo, molendera, bejuquillo,  cola de hueso, unas negras muy ponzoñosas, se le atravesaban en su paso cuando iba a ver el horno del carbón, como iba al frente de la hilera le decía a su familia, que no se moviera, cuando pasaba  el  reptil  les decía que ya siguieran, cuando ellos temerosos le decían que por qué no las mataba, invariablemente contestaba:   Todos tenemos  derecho  a vivir.

¡Feliz día del Padre!





domingo, 19 de junio de 2016

Padre, Señor y Dios.

Por Joel García Cobos. 



La tarde aún era joven,  los leprosos continuaban entre las peñas, refugiándose del sol y de las miradas y lenguas viperinas de los transeúntes del lejano camino, les tiraban piedras, decían malditos de Dios e inmundos, los compadecidos les dejaban un poco de agua y unos mendrugos de pan tan duros como su escondite.

Se escaparon  del deprimente y angustiante leprosorio, sus compatriotas judíos los consideraban castigados por Dios por sus múltiples pecados.  Uno aseguraba  escuchar las palabras del Galileo, cuando se detenía bajo el viejo sicomoro de la carretera.

__“Su voz es dulce, suave, fresca, y las cosas que dice: __”Venid a mi todos los que estáis cargados y cansados y yo os haré descansar… Venid  y yo os daré  agua viva y no volveréis a tener sed jamás… Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia...”  Lo quería convencer de que llegada la oportunidad fueran a ver a Jesús, estaba seguro que los sanaría  de su lepra.

__”Palabras, palabras, como las que dicen los sacerdotes y fariseos.

__”Oh, no su voz tiene autoridad y no está actuada. Yo lo he escuchado varias veces, nadie habla como él, y los milagros que hace,  ha sanado a ciegos, paralíticos y endemoniados, aún las tormentas le obedecen. Desde los días de los profetas Elías y  Eliseo no  se ha  visto nada  igual.  Además,  escuché algo, me da vuelta en la cabeza…

__”¡Bah! Fabulas, chismes.” __”Es que puede ser… el Mesías, lo dijo muy bajito,  cubriéndose el rostro con su burdo  manto.  __¿El Mesías? Entonces ¿Ya seremos libres del yugo  romano? Preguntó con burla. __Pues eso es lo extraño,  no habla  de  ejércitos,  sino  de  amor  y perdón.  __¡Ya cuéntame!  Le increpó con curiosidad.

__Bueno, fue a  una sinagoga, le tocó la lectura,  leyó en el royo de Isaías: __”El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado; me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, a aliviar a los afligidos, a anunciar libertad a los presos, libertad a los que están en la cárcel.” Al terminar de leer añadió: __”¡Hoy se ha cumplido esta escritura ante sus ojos!”

__”Pero, ese pasaje solo se aplica al Mesías. Dijo entonces que ¿Él es el Mesías?  __”Y también ha dicho: __” De cierto os digo: Antes que Abraham fuera, YO SOY. __”Pero ¿Cómo puede decir algo Así? Está diciendo que él es  Dios... __”Sí, y si es Dios, es  el Creador del universo, el Todopoderoso, el Médico  que necesito ¡Mira! ¡Una multitud! ¡Vamos! ¡Puede ser él!

Salió corriendo, a lo lejos escuchó “ni te recibirá” se fue acercando, la gente seguía a un hombre joven, alto, de irrisoria barba, al advertirlo envuelto en garraras, huía despavorida, unos le gritaban ¡Vete! ¡Maldito!  Él solo veía a Jesús y se le fue  acercando  cada vez  más.

Ante aquel descarnado ser, el frente de Jesús pronto quedó despejado, ni los discípulos osaron acercarse para detenerlo, Jesús se quedó parado, viéndolo,  a unos metros de él el infortunado se arrodilló, al sollozar temblaba sin  control, en su pensamiento solo  le dijo bajando la vista a tierra: __”¡Padre, Señor y Dios!  Todo el discurso preparado olvidó.

Jesús se detuvo unos segundo, caminó hacia él, se inclinó  un  poco  y puso su mejilla junto a su cabeza cubierta, se quedó paralizado el sentir su mejilla, se escucharon al instante diversas expresiones: __”¡Este hombre está loco! ¡Dios Mío! Y pensó: __¡Cuánto me ama!  Y de lo más  profundo de su corazón  brotó: __”Si quieres, puedes limpiarme.”

           __”¡Quiero! ¡Se limpio!  
     
           Al instante, sintió un poder que recorrió su cuerpo, sus  músculos fueron  vivificados, tocó su rostro, este fue remplazado por sonrosada piel, al irse despojando de los harapos en forma de vendas, su  piel se fue  viendo  sana  y  viril,  buscó los ojos de Jesús que lo veía con infinita ternura, y exclamó:  ¡Gracias! ¡Padre! La  gente atónita glorificó  a Dios.














A María Enriqueta Camarillo.

La escritora y poetiza María Enriqueta
Camarillo.
Por Elisa Cobos Enríquez.


Conocí a María Enriqueta a  través de mi maestra de Sexto grado, la profesora Rafaela Quirazco de Cruz, nos comentaba que María Enriqueta era de Coatepec, un pintoresco pueblito cercano a la capital del estado de Veracruz, y  mi  maestra Rafaela  de Huatusco, llegó a Alvarado muy joven  a dar clases en la Primaria Manuel M. Oropeza. Ella nos platicaba que María Enriqueta fue una gran poetisa y escritora, autora  de nuestros libros  de primaria, de niña me maravillaron sus libros, constantemente los leía;  y  ahora que estoy anciana, la sigo recordando y admirando por su gran aportación…

Sin conocerte personalmente te  amé, alimentaste mi imaginación, calmé mi sed  de saber en la fuente de tus lindos libros. En mi adolescencia  creí verte  en tu niñez, en el balcón de la ventana de tu casa, cerca del parque,  asomada veías la  lluvia,  y contenta  gritabas y aplaudías, que llueva y así no voy  a  la escuela. También pareciera haberte visto alegre, avisándole a  tu  mamá  que  pasaba el señor del  burrito con leños calcinados.

Quise jugar contigo, y me  vi participando en tu juego de Don Dominio del Canadá, entrabas a   la  sala  vestida con el frac de tu papá,  imitando  la voz gruesa  y  ronca, pues  según tú, así hablaba Don  Dominio  del  Canadá, qué sorpresa fue para ti cuando descubriste que era un país.

En tus muchos viajes, sentí acompañarte  cuando paseabas con tu esposo por  la Quinta Avenida de  Nueva York, viendo asombrada los altos edificios; por el muelle de la vieja Habana; y  por la Gran Vía de Madrid, país donde viviste tantos años, disfrutando de las letras, las fuentes y las flores.
Y cuando los años se  te acumularon, llena de fama y rodeada de tus libros, regresaste a México, cómo disfruté tus  logros, una de las mexicanas más famosas del mundo; y lloré con tus afligidos versos con los que te despediste: __”Hoy tuve un triste momento, me vino  el presentimiento de que me alejo de ti, he  aquí mi  testamento de lo que  te dejo  a ti…”
                                                                                                                                                                              Y me sentí tu heredera, de  tus libros, de esas  hermosas y fragantes Rosas de la Infancia, entre las cuales crecí.                                                                                                                                                           




domingo, 12 de junio de 2016

No da el que tiene, sino el quiere.

Por Joel García Cobos.



Entre semana el hospital era todo movimiento y bullicio,  el estacionamiento tenía  vehículos y gente presurosa que entraba y salía; Los ambulantes  en la ancha banqueta vendían presurosos sus productos; en los amplios corredores  exteriores de la hermosa hacienda porfiriana,   los pacientes y familiares  se apresuraban en los trámites. Las bancas, siempre llenas de personas conversando, bostezando u observando todo lo que les permitiera consumir el tiempo de espera.


En el interior, era todo muy parecido, pero en silencio y enmarcado  en pajizas  paredes con vistosos carteles alusivos a la salud; estaba densamente iluminado por encubiertas lámparas que permanecían encendidas de día y de noche.

Mientras, en las habitaciones de 6 camas siempre ocupadas, los pacientes esperaban la llegada de sus familiares, veían hacia las puertas de los pasillos esperando ver rostros familiares. Estos daban a un enorme jardín interno siempre verde y floreciente, pues era política que los pacientes fueran llevados  a ese Edén como parte de su recuperación, y ellos encantados se dejaban acariciar ahí  del aire, el sol y los trinos de las aves canoras que al sentirse a gusto en su hábitat, cantaban agradecidas todo el día y sobre todo al amanecer. 


Pero los domingos era diferente, permeancia sin personal, solo un vigilante, las oficinas  cerradas y apagadas, los pasillos desolados,  solo el verde patio   recibía  los pacientes  que podían caminar.

En el  exterior la quietud era más significativa, pues estacionamiento y calles estaban desoladas,  libre de carros, gente y vendedores.  Los familiares de los enfermos salían a buscar algo para comer, no encontraban ni fondas ni restaurantes  abiertos.

Una anciana madre cansada, asoleada y frustrada tras titánico recorrido,  saludó al  portero y entró al edificio, en la desierta sala de espera una  solitaria señora estaba sentada  en la primera hilera  de sillas, pareciera que la esperaba, al pasar junto a ella le dijo sin detenerse y dirigiéndose al sanitario cercano: __”Usted cree  que en todo el derredor ¿No venden nada para comer?  ¡Ni una bendita naranja! Bueno, con decirle, que no encontré ni una raspa  ni  una paleta.” Después de unos minutos regresó con una botellita de plástico llena de agua y sentándose a su lado le digo: __”La llené de la llave.”

__Sí, lo creo, y en los bebederos no hay agua, le dijo la otra señora que vestía muy humilde.
__”¡Nada! ¡Y con el hambre que tengo! Le reiteró con la botella cerrada en la mano y añadió con voz baja: __”Ya ni galletas tengo.”

__”No se preocupe” y sacando de su bolsa de plástico un diminuto tamal,  no más ancho que tres dedos y de unos 10 centímetros de largo, le quitó la hoja, lo partió y dándole un pedazo le dijo con orgullo: __”¡Vamos a comer!”

__”Ay no señora, cómaselo usted.” Le dijo muy apenada.

__”¿No lo quiere porque es de frijol? Si usted no se lo come, yo tampoco.”

Viendo la sinceridad de la humilde señora añadió: __¡Ah no! Si a mí me gustan mucho los frijoles, está bien y yo le convido agua.  Las mujeres con gusto comieron su mitad y su agua.

Desde entonces se con toda seguridad, que no da el que tiene, sino el que quiere. 



Texto Publicado en: Kaniwá #57 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 5  de Junio de 2016.







viernes, 10 de junio de 2016

La dichosa tabla del 2.

Por Joel García Cobos.



__”Señora, va a ser necesario que ponga a estudiar más tiempo en su casa a Joel, porque no adelanta en  las tablas de multiplicar, todos ya se aprendieron la del 2. Usted ayúdele o sus hermanitos”, dijo la maestra Tomasa con su característico movimiento de cabeza.


Y desde esa tarde, la mamá le dedicó un buen rato a que el niño aprendiera la tabla. __”A ver Joel, siéntate derecho y vamos a memorizar la del 2, repite conmigo: 2X1=2, 2X2=4, 2X3=6, 2X4=8, 2X5=10…. Una y otra vez se escuchaba el monótono dueto y siempre con la misma tonadilla alegre para facilitar el aprendizaje.



Después de interminables repeticiones la señora le dijo: __”Joel, repite tú solo… no te escucho, más alto, no, no te escucho nada, vamos a repetir de nuevo, pero concéntrate en lo que estás repitiendo: 2X1=2, 2X2=4, 2X3=6, 2X4=8, 2X5=10… Ahora tú solo, y de nuevo la vocecita como un murmullo. __”Pues no te escucho, mejor te voy a preguntar: 2X1= 2; muy bien; 2X2= 4; muy bien; 2X3= 5; No, no, 2X3=6.

 __”Ya tengo que hacer otra cosa, le comentó la mamá después de un largo rato de intentos fallidos, y le recomendó a su hijo Kin que la relevara. Fue lo mismo. Así pasaron los días hasta que el papá se dio cuenta e intervino, hizo lo propio con idéntico resultado, decepcionado le dijo: __”Pues ¡Quédate burro! No serías ni el primero ni el último que se gane la vida cargando bultos.


El niño se fue a buscar a su mamá, lo recibe pensativa, seria y con una pregunta: __”Joel ¿En verdad no te haz aprendido la tabla?” Le expuso: __”Sí, ya me la aprendí. Pero ¿Creen que no me he dado cuenta que hay muchas tablas? A mí no me gustan los números, y si les digo la del 2, luego me van a exigir que me aprenda la del 3, luego la del 4, y así no sé cuántas más.     


Texto Publicado en: Kaniwá #56 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 29  de Mayo de 2016.