lunes, 19 de diciembre de 2016

Las posadas, época para convivir.




Obra de Gaby Peralta.
Por Elisa Cobos Enríquez.

En mi pueblo, Alvarado, comienzan el 16 de diciembre, en la década de los 40´s, no recuerdo que los niños anduviéramos en la calle de casa en casa, habían 3 formas de realizarse: 1) En el Casino, por los socios. 2) En los barrios, los vecinos acordaban los hogares y las fechas, cada quién participaba con números artísticos, como cantar, declamar, alguna representación, o tocar algún instrumentos, la ingesta de alcohol era mínima, con los preparados de frutas de la región,  y los bailes eran los tradicionales con tríos o cuartetos que tocaban guitarra, jarana o arpa, al haber muy poca luz eléctrica terminaban temprano y cada quién feliz a su casa.

Había una tercera forma, las organizadas por la iglesia, con tiempo se apuntaban las familias que querían recibir a los niños, generalmente eran personas alegres que querían convivir y festejar a los niños para que pasáramos felices esos días, de acuerdo a esa lista y la fecha, se salía del templo a las 5 de la tarde, íbamos caminando al hogar anfitrión, nos esperaban con  piñatas, frutas y dulces,  regresábamos entre 6 y 7, y ahí nos esperaban nuestros padres.

Obra de Gaby Peralta.
En una ocasión fuimos a la casa de una anciana que era muy pobre y vivía solita, con tiempo

se apuntó y aclaró que no tendría nada que ofrecernos, llegamos a su casa y todos los niños nos quedamos sorprendidos de lo que vimos: Un nacimiento hermoso y muy original.

La creativa ancianita  hizo todas las figuritas durante el año, con diferentes materiales: elaboró las tiendas de los beduinos con tela,  con pasta los animalitos, así mismo a María, José y al niño Jesús. Tenía palmeras, de cartón y papel de china, un río con todo y las embarcaciones de los pescadores y los peces, las lomas de arena, los pastorcitos y sus rebaños, la mayoría con trapitos que sus amistades le regalaban, cómo nos conmovió ese nacimiento sabiendo que la ancianita con mucha dedicación lo fue formando.

Cantamos, oramos y nos despedimos, la ancianita derramó lágrimas de alegría, aseguró que había sido su más feliz posada desde hacía muchos años. Y qué puedo decir de esa experiencia, han pasado como 70 años, y no olvido la lección aprendida, así como hay familias que se reúnen para convivir con comida, música y regalos, también hay personas que en estos días se les acentúa la soledad y los recuerdos, y con ellos  no son necesarios los regalos caros, la música a gran volumen ni las emociones fuertes para hacerlas feliz, solo hay que darles un poco de compañía y demostrarles interés genuino.

Felices fiestas.



martes, 13 de diciembre de 2016

Breve Historia del Premio Nobel.


Img. Alfredo Nobel.
Por Joel García Cobos.


Se cuenta que en 1888 el empresario sueco Alfredo Nobel pasó por la amarga experiencia de ver publicada su propia esquela fúnebre en un periódico francés, con el expresivo título: El mercader de la muerte ha muerto, ya te has de imaginar el efecto que causó en él, pues resaltaba que había amasado su enorme fortuna en base a uno de sus 355 inventos: la mortal dinamita. El Ing. Nobel quedó impactado, se le recordaría por su fábrica de armamento y sus horribles efectos. 

Por mucho tiempo, la congoja no se desvaneció, al contrario, iba en aumento, no le quitaba el sueño la idea de morir sino lo que dirían de él, relacionándolo con millones de muertes y personas mutiladas y en completa miseria. De su ingenio inventor y gran constructor apenas dedicaban unas líneas. En su desesperación le vino una idea que le trajo un poco de alivio, en lugar de ser vinculado con la muerte y la desgracia dedicaría la poca energía que le quedaba para instituir un Premio que apoyara y enalteciera a personas e instituciones científicas, artísticas y humanitarias, que utilizaran sus capacidades para investigar, descubrir y engrandecer a la Humanidad.

El Ing. supo después que el fallecido había sido su propio hermano y equivocaron sus nombres, pero así es cómo se originó en 1895 el tan famoso y codiciado Premio Nobel, el más celebrado de todos los galardones del mundo, su creador nacido el 21 de octubre de 1833 murió finalmente el 10 de diciembre de 1896 en el paradisiaco San Remo, Italia.

Manuscrito de uno de sus testamentos.
En sus testamentos Nobel estableció: La Fundación Nobel (1900),  rectora y administradora de su fortuna: 31 millones de coronas suecas, re invertibles en bienes seguros; Se entregaría cada año en su aniversario póstumo; Las disciplinas estimuladas: Física, química, medicina (fisiología), literatura y paz; La Real Academia de las Ciencias Suecas dictaminaría el de Física y el de Química;  El Instituto Karolinska el de Medicina; La Academia Sueca el de Literatura; Todos en una fastuosa ceremonia en Estocolmo, Suecia; presidida por los reyes, a su vez, el de La Paz regido por el Comité Noruego de la Paz, en Oslo, Noruega y en presencia de sus monarcas.

La codiciada presea. 
Especificó también que  consistiría en una medalla de oro puro, un artístico diploma y una respetable cantidad económica fluctuante; y solo lo podrán recibir personas vivas o instituciones vigentes, no importando la nacionalidad, raza o credo y en el caso de empate podrían ser un máximo de 3, en cuyo caso compartirían  el dinero.

La primera vez que se concedió fue en el año de 1901, a 5 años de su deceso, a personalidades cercanas en Europa: El de la Paz: a F. Passy, cofundador de la Unión Interparlamentaria y H. Dunat fundador de la Cruz Roja Internacional; Física: W. Rontgen por el descubrimiento de los Rayos X; Química: J. van ´t Hoff por su Dinámica; Literatura: S. Prudhomme; Medicina E. von Behring, por su antitoxina contra la mortal difteria. Durante la Segunda Guerra Mundial se entregaron de forma irregular, pues el horno no estaba para bollos.

Muchas personas creen que el Premio Nobel tuvo un añadido en 1968, el de Ciencias Económicas, pero este es uno independiente, concedido por la Academia de las Ciencias de Suecia en honor también a Alfredo Nobel y su nombre es: Premio en Ciencias Económicas de la Real Academia de las Ciencias de Suecia.

Mexicanos ganadores del Nobel.
Los escasos mexicanos que  han tenido el honor de recibirlo son solo 3: el primero fue un michoacano, brillante diplomático y jurista, Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz, que ayudó en el desarme nuclear mundial, compartido en 1982 con Alva Myrdal; el segundo, un capitalino,  versátil,  fecundo poeta y escritor Octavio Paz Lozano, Premio Nobel de Literatura en 1990; el tercero, es orgullosamente veracruzano, el ingeniero químico Mario José Molina Henríquez, Premio Nobel de Química, en 1995, descubridor del agujero de la capa de ozono, y el peligro de los clorofluorocarbonos (CFC), usados en aerosoles no solo industriales sino domésticos.

Bob Dylan compositor y cantante
 estadounidense gana el
Premio Nobel de Lieratura en 2016.
Este 2016 los galardonados son: Física, 3 científicos británicos: D. J. Thouless, D.M. Haldane y J.M. Kosterlitz; Química, el francés J.P. Sauvage, el británico estadounidense F. Stoddart, y de Países Bajos B. Feringa; Medicina, el japonés O. Ohsumi; Literatura, el estadounidense B. Dylan; De la Paz, el colombiano J.M. Santos; Ciencias Económicas, el británico estadounidense O. Hart y el finlandés B. Holmstrom.
 
Cuando leas esta breve reseña, se habrán entregado los más recientes reconocimientos del 2016, personas y organismos valiosos que han contribuido al bienestar de la Humanidad.







Texto Publicado en: Kaniwá #84 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 11 de diciembre de 2016.







La alegre rama alvaradeña.


Por Elisa Cobos Enríquez.


Las Ramas, son una bella costumbre decembrina en Alvarado, en la década de los 40’s, cuando las vacaciones escolares largas eran diciembre y enero, esta convivencia de los barrios iniciaba el primer día de diciembre, los niños con nuestros padres y vecinos adornábamos una o dos ramas de cualquier árbol, les colgábamos globos,  cadenas de colores, farolitos, heno, y juguetitos, terminaban el 15 y el 16 seguían las posadas, el clima ayudaba pues era fresco, seco, con leve brisa.

El acompañamiento de la Rama, nos quedaba de ver en un hogar, ahí se practicaba un rato y después se partía al hogar donde se partiría la piñata, se cenaría algo y dulces, en el trayecto se cantaba en las puertas de las casas solicitando dulces o dinero.

Lo alegre de estas convivencias era la música, algunos niños y adultos tocaban la jarana y la guitarra, otros con panderos y sonajas, a cual más los niños improvisábamos corcho latas aplastadas ensartadas en un alambre, y practicábamos pues el asunto era llevar el ritmo de la melodía.

Entre los versos que más cantábamos estaban: “Buenas noches ya estamos aquí/ “traemos la rama que les prometí./  Naranjas y limas, limas y limones/ más bella es la Virgen que todas las flores./ “Venimos de lejos/ a traerte la Rama/ recíbela contento/ hoy y mañana/ Se cantaba los versos tradicionales, pero el ingenio jarocho surgía y resultaba muy divertido escuchar nuevos, no faltaba quién componía algo acerca de personas del barrio o de los últimos sucesos. 

Por ejemplo, cuando se formó la Comisión de la Cuenca del Papaloapan, para mitigar el problema de las constantes inundaciones, llegó de Xalapa o Veracruz, en la brigada médica contra el paludismo, un muchacho muy blanco que manejaba el jeep, era muy guapo,  las muchachas todas andaban loquitas por él, así que ese año a las que andaban en la Rama, se les ocurrió incluir este verso  en su canto: Desde Buen País venimos andando/ y al güero del jeep venimos buscando./  ¿Quién no conocía al muchacho si iba de casa en casa haciendo su labor? La gente al oír el estribillo se moría de la risa.

Sí, los versos daban risa y divertían, algunos tenían la picardía sana del pueblo jarocho que vive, siente y canta, cito un caso:  Años después que regresé a Alvarado con mi esposo e hijos, llegábamos a casa de mi cuñada Lucy Ramón, esa noche estábamos cenando y el mayor veía tv muy quitado de la pena en la sala a grandes columpiadas en esos hermosos sillones de cedro tejidos en ojo de perdis tan comunes en esa región, llegó la Rama y después de un rato de cantar voces mixtas continuaron unas femeninas: “No quiero quinto, tampoco tostón/ quiero al muchacho que está en el sillón./ Cómo nos reímos de la ocurrencia e ingenio, y por supuesto les dimos un buen aguinaldo.

Generalmente se terminaba la velada con los siguientes: “Vámonos muchachos que ya son las nueve/ No venga la ronda y a todos nos lleve./ Eran risas y cantos sanos, sin faltar el interés económico: “Ya se va la Rama/ venid y cantad/ pero mi aguinaldo/ me tienes que dar./

Las calles y las noches se iluminaban con la alegría y el colorido de las ramas, y las velitas que traía la comitiva que la acompañaba.



Texto Publicado en: Kaniwá #84 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 11 de diciembre de 2016.







La máquina de la abuela.

La abuela Juana Enríquez Santiago.
Por Elisa Cobos Enríquez.

Mi abuelita tenía una máquina de coser, alemana, había sido de su mamá, mi bisabuelo que fue cartero de postas entre Alvarado y Veracruz se la compró, él tardaba 3 días en llevar el saco de la correspondencia de un puerto a otro, a lomo de mula, me contaba mi mamá que él se quedaba dormido sobre el animalito y éste seguía el recorrido. Como tuvieron 7 hijos,  ella les hacía la ropa, compraba una pieza de tela y los uniformaba.

La máquina era de cadeneta y pespunte, por encima de la tela cosía una puntada de cadenas y por abajo normal, según la usó cuando mi madre y mi tío fueron creciendo pero yo nunca vi que la usara,  tenía un taller de bordado y tejido entre sus vecinas, y la máquina permanecía en su cuarto tapada,  aunque mi madre no tenía permiso para usarla, a mano me hacía mis vestidos que no le pedía nada al mejor.

 Yo era pequeña y mi curiosidad  enorme ante ese aparato de fierro macizo, cuando la abuela salía de casa,  la destapaba y observaba cada una de sus partes, lo que ahora entiendo que es la bobina, tenía un tubito largo y ahí se enredaba el hilo, los pedales muy duros y una rueda que giraba y giraba y hacía un ruido como de carreta, cuando oía que regresaba, la tapaba a la carrera para que no se diera cuenta de mi osadía, a veces no me daba tiempo y me encontraba  cerca de ella, me decía en tono severo: __”No la toques, la vas a descomponer.”

Aprendí a coser cuando mis hijos estaban chicos. 
Cuando mi hermano que me llevaba 18 años se casó, mi abuela se la prestó a mi cuñada Lucy, ella era un amor y una gran modista, le salía mucha costura, mis dos sobrinos nacieron y mientras yo los cuidada en el petate nos entretenía por igual contándonos las aventuras de Pulgarcito,  todos los días nos contaba capítulos nuevos, no sé de dónde sacaba tantas situaciones. Se fueron a vivir a otra casa y mi abuela permitió que se la llevara, la usó un tiempo, la empresa Singer llegó, y Lucy  enseguida se compró una más moderna, como ocupaba lugar se la llevó su hermana a su casa que era más grande, el esposo comenzó a refunfuñar que era un estorbo, y aprovechando que mi abuela se fue a vivir a Carlos A. Carrillo, un día que pasaron comprando fierro viejo, sin más ni más él la vendió, seguramente el objeto con 100 años de historia familiar, fue a dar a la fundidora  Monterrey.

Yo aprendí a coser cuando mis hijos estaban chicos, al principio como mi madre, desbarataba una prenda y la marcaba sobre la tela, le conté a mi esposo los intentos que hice por aprender y fui a un costurero municipal, me compró una máquina, cómo disfrutaba haciéndoles su ropita a mis niños. La vida me ha mostrado la importancia, de que los padres les enseñemos a nuestros hijos el oficio que nos enseñaron nuestros padres, con el tiempo ellos decidirán  si estudian una profesión.



Texto Publicado en: Kaniwá #83 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 4 de diciembre de 2016.






La Petromex, lo que el tiempo se llevó.

La Maquinita, obra plástica del artista
Juan Carlos Gutiérrez Vargas.
(Segunda parte).

Por Joel García Cobos.


Continuamos platicando con doña Lucía y doña Efigenia Sánchez Méndez. Doña Efigenia asegura que hace años vio un periódico de 1938 donde salió la foto de su papá junto a La Maquinita, decía que trabajaba en la industria petrolera, de los pioneros,  y tenía 38 años de edad, salía con sombrero, frente a la maquinita  que  él manejaba, lamenta no haber guardado la edición. 


__“En la escuelita de madera fue mi hermana Ventura, eran grupos de 5 o 6 niños, muchachos grandes que iban a la primaria, era el puro techo, llevaban su silla, era mixta, ya nosotras nos tocó de madera, con 4 salones de primero a cuarto grado,  solo 2 maestros, cada uno atendía 2 grados, yo recuerdo a los maestros Jorge Bautista Loera, que vivía adelantito, el profesor Lorenzo Ochoa, el director fue el profesor Raúl Rivera Valenzuela”, comentó doña Efigenia y doña Lucía añadió: __”Cuando yo estaba en quintó llegó una maestra jovencita, era su hija, qué hermosa maestra, muy bonita, delgadita, no alta, me dio Quinto y luego Sexto.”
El riel de la maquinita rumbo a la Petromex,
foto tomada del libro Por la Senda del
Recuerdo del escritor José Luis Badillo..

__”Nos enseñaban de todo, a leer, escribir y hacer cuentas, a bailar, a declamar, hasta chistes en las tertulias sociales que eran cada viernes después del recreo, le decíamos Viernes Social, se juntaban todos los grupos y en el salón más grande ahí se hacía, el profesor tenía su lista de participantes, y los lunes eran los honores a la bandera, recordó doña Efigenia y a completó su hermana Lucía: __”Me acuerdo que en los días festivos en que se izaba la bandera, íbamos a las 6 de la mañana, apenas iba a clarear, éramos poquitos, los que vivíamos más cerca, corríamos, a veces sin zapatos, y estaba el maestro o maestra , a quien le tocara dirigir.”  

Las hermanas Sánchez, aseguraron que muchas cosas ahora son diferentes y que todos los hermanos Sánchez Méndez fueron a la primaria, (entiendo que continuaron en la que hoy es la Art. 123 Benito Juárez),  la hicieron después de concreto, cuando crearon la secundaria Rafael Pérez López, y  la primaria quedó en la entrada, narraron que la Benito Juárez se construyó gracias a don Adolfo Rendón, que vivía junto a la iglesia, en recompensa a su acto heroico, el Presidente de la República le preguntó qué quería para él y pidió la escuela.

__”En un libro acerca de la historia de Poza Rica leí una anécdota curiosa: Un señor ensombrerado, con botas hasta la rodilla, pantalón y camisa negra,  bigote como el de Zapata, fue a una función en el cine de ahí de la Petromex, él nunca había visto una película ni sabía que en una pantalla se movían los personajes,  entonces vio que un hombre le disparó a otro por la espalda,  el mencionado señor que usaba pistola sacó la suya y le tiró, porque no se vale matar por la espalda, y ahí quedó en la pared la marca del disparo, comentó riendo doña Efigenia y agregó: __”Se llamaba Juan Quiles, no recuerdo de dónde vino, su esposa era tehuana.”

__”En la canchita donde está la biblioteca Rendón, era un lugar libre y se hacían ahí los bailes, ahí iba ese señor y su esposa; También iban los estudiantes a jugar. En los desfiles se acostumbraba que fueran los papás y también desfilaban, enfrente iban los alumnos y después, atrás los padres de familia, una banda de música de los inditos de Escolín, amenizaban los desfiles en todas las fiestas, mi papá nos acompañaba él iba detrás de nosotros, el desfile comenzaba en la escuela cerca de la cancha, se iba por la carretera rumbo a Papantla, daba vuelta en la tienda Casa Blanca y enfilaba a la escuela nueva (Benito Juárez), que en aquel entonces no estaba, ahí dábamos vuelta y nos regresábamos, entrábamos a la escuelita y rompíamos la formación. Las fiestas eran: 18 de marzo, 16 de septiembre, 21 de marzo, 1ro. De mayo, 20 de noviembre.

Para terminar recuerdan que la Petromex tenía su propio movimiento social y deportivo (en el campo hacían competencias y ferias), desde que estaban en la primaria (poco después de 1944)  ya se celebraba el 18 de marzo con desfile, y que un año, vino a verlo el General Lázaro Cárdenas, no se bajó del carro ni se vio, pero todos comentaban que ahí iba. También recuerdan que en esas fechas la Petromex y Poza Rica (Km. 56), eran “independientes” uno del otro, que conocían a Poza Rica por fotos, tenía pocas casas y de madera, ya que ellas no salían de la Petromex, y solo venían a lo que hoy es el centro de Poza Rica, cada 8 días a comprar al mercado y ahí mismo se regresaban.

No cabe duda, lo que el tiempo se llevó.


Texto Publicado en: Kaniwá #82 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 27 de noviembre de 2016.






lunes, 21 de noviembre de 2016

La Petromex, lo que el tiempo se llevó.


(Primera parte).

Por Joel García Cobos.

El 20 de Noviembre de 1951, es la fecha oficial de la celebración de  Poza Rica como  Municipio Libre. En esta aventura política se unieron habitantes de las congregaciones: Poza de Cuero o Km. 52, Poza Rica o Km. 56 y Petromex,  que ahora son colonias. Recordemos que hasta esa fecha estas 3 comunidades pertenecían al municipio de Coatzintla,  con la perforación y gran producción del pozo Poza Rica 2 se cambió aquí el campo petrolero, con lo cual el Km 56 tomó gran importancia al grado de convertirse en el municipio 198 de nuestro estado.

Tengo el honor de presentar el testimonio de las señoras Lucía y Efigenia  Sánchez Méndez, de cómo era la Petrolex a partir de 1938 y qué recuerdan de ella.


__”De Tampico a Tuxpan llegamos en una balsa, por toda la orilla del mar, nos cuenta Ventura nuestra hermana que era mayor, lo bueno es que no hubo mal tiempo,  luego de Cobos  a Poza Rica en la Maquinita, primero se vino mi papá en 1938, Pedro Sánchez Mar que nació en Tampico en 1900, luego mi mamá Aniceta Méndez Pérez, también de Tampico, de 1905.” Inició el relato doña Lucía Sánchez Méndez, asegurando que ella tenía tan  solo 2 años al llegar.

__”Me contó mi mamá que vinimos porque allá se oía decir que en Poza Rica había mucho trabajo, mi papá dijo ‘nos vamos´, las vecinas los trataron de desanimar:  __’No, se vayan para allá señora, hay mucho mosco y se van a morir  de paludismo.’ Mi mamá les contestaba que si él dice que sí,  pues nos iremos. Ya venían mis hermanas: Esperanza, Ventura, Anastasia, Paula, Petra y Lucía, que nació en 1936 en un hospital español.  Aquí nacimos: Yo,  Efigenia, que con el tiempo les presumía  en broma que fui la primera petrolera de la familia, luego Ignacia, Concepción, Isidra, Pedro y Carmen.” Continuó doña Efigenia Sánchez Méndez, muy contenta de relatar sus  recuerdos.

Narraron que La  Maquinita cargaba de todo, llegaba al Km. 31,  se  venía todo derecho hasta el Km 52, luego seguía la vía por  todo  lo que hoy es el bulevar Ruiz Cortines hasta el  centro,   pasaba por la puerta 1 de Pemex, de ahí se iba hasta lo que  ahora es la  colonia Petromex,  en la  calle Pescantes, donde está la iglesia, hacía una curva a las instalaciones industriales (calderas), y descargaba materiales. Este fue el recorrido en 1938 hasta su nuevo hogar, comentó doña Lucía con un brillo de orgullo en sus ojos.

La Maquinita, obra plástica del artista
Ehivar.
__”La Petromex era muy diferente a como es hoy, muy tranquila, habían pocas casas y todos nos conocíamos, los terrenos eran grandes, por dondequiera que se caminaba veías gente conocida de Tampico, comprendía de donde está la iglesia, atrás estaba la tiendita Casa Blanca, en una callecita que iba rumbo a Papantla; puro monte, el Campo, y para acá hasta donde ahora está la Escuela Primaria Art 123 Benito Juárez.” Señaló doña Efigenia.

                __”Cuando llegamos estaba la Escuela de madera, antes de llegar a donde ahora están las canchas y la Biblioteca Rendón, de la vía de la maquinita entrabas por una callecita ahí estaba la escuela. El parquecito no estaba, es más reciente. Había un cine, yendo del centro de Poza Rica a la Petromex  a mano derecha, a bordo de la vía. Había varios negocios como carnicería, tiendas.  Vivimos en 2 o 3 lugares diferentes,  a donde llegamos primero había un cerro enfrente, ahí fue mi papá a cortar tarro para hacer  la casita, era un solo cuarto con techo de palma, una galera, mesa, anafre, no teníamos muebles dormíamos en el suelo, ahora le cuento a mis hijas y se ríen.” Comentó doña Lucía.

En su intervención, Doña Efigenia puntualiza que poco a poco fueron mejorando las viviendas,  después de años de madera con techo  de  cartón, hasta llegar a las construidas de material; los  empleados extranjeros vivían adentro del Campo en casitas bonitas, estilo california con sus porchecitos, había una caseta de vigilancia,  para pasar se necesitaba identificación,  ahí a la entrada de Pescantes había un consultorio médico con su enfermería donde los atendían,  se ve en fotos antiguas, eran 2 cuartitos. Después de la iglesia, caminabas hasta el portón donde había un vigilante,  y  seguían  las casas de los extranjeros. (Continuará).



Texto Publicado en: Kaniwá #81 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 20 de noviembre de 2016.
                                                                                                                              



                                                    







domingo, 13 de noviembre de 2016

¡Ay viejo! ¡No entrarás al cielo!



Por Elisa Cobos Enríquez.

Murió Chencho. Su viuda lo llora, familiares y vecinos se han reunido para velarlo.

La viuda puso una jícara sobre Chencho, pues era costumbre  del pueblo,  que las personas que fueran al velorio depositaran dinero, y así, cuando el difunto llegue al cielo, se lo entregaría a San Pedro y lo dejaría  entrar, de lo contrario, si no lleva suficiente, lo echará con los demonios.

Pero pasaba el tiempo y en la jícara estaban tan solo  unas moneditas, llegó la hija de ambos y la señora llorando le hizo saber lo que pasaba, conmovida la joven, le  quitó la pulsera y los aretes a su niña y los depositó en el recipiente, la señora sorprendida le expuso que eso no era dinero, a lo que la joven añadió que sí, y que era de mucho valor,  pues era oro.

Minutos después llegó Chinto, el hermano del finado, también a él le expresó la preocupación que tenía, él enseguida sacó de la bolsa de su pantalón un fajo de dólares,  tenía poco de  haber llegado de  Estados  Unidos tras años  de labor, y lo depositó junto al ya existente, la viuda mirando los papeles verdes y diferentes a los otros extrañada  le preguntó si San Pedro sabría que lo que era eso, él, orgulloso, le contestó que claro que lo conocía, era  dinero y del bueno.   

Así, poco a poco fue llegando más gente del pueblo y todos le echaban a la jicarita, de  dos,  de tres  billetitos.   Entre los que también velaban estaban un par de forasteros, no se perdían  ni un detalle de lo que pasaba, ya habían disfrutado de un rico cafecito con pan, luego  saborearon un rico mole de guajolote con arroz y bastante tortillas calientitas de maíz, hechas a mano, y para no despreciar, dieron cuenta de los tamalitos de chipilín con atole, siendo siempre los primeros en sentarse a la mesa.

Terminados los rezos y antes de cerrar la caja, la viuda pulsó la jícara, con satisfacción tomó los billetes y se guardó las  monedas,  los fue colocando alrededor del cuerpo de Chencho mientras le decía en voz baja pero firme: __”Viejo, llevas suficiente dinerito para que San Pedro te deje entrar”, taparon el féretro y lo llevaron en hombros hasta el cercano cementerio.

Los vagabundos también iban silenciosos mezclados en el cortejo, lo sepultaron a  la usanza del pueblo, una sonora marimba dejó escuchar a todo lo que da las notas confortantes del vals Dios Nunca Muere, la viuda agradeció las  atenciones e invitó al novenario, fue hasta entonces que todos se fueron a sus casas a dormir.

 Al otro día, muy tempranito el sepulturero fue a avisarle a la viuda que la tumba estaba abierta, los vecinos se ofrecieron a acompañarla, en efecto, al llegar al camposanto la tumba estaba abierta: ¡Habían robado a Chencho! La viuda sollozando exclamó: ¡Ay viejo! ¡No entrarás al cielo!


Y del dueto, ya no se supo nada.  


Texto Publicado en: Kaniwá #78 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 30 de octubre de 2016.









lunes, 31 de octubre de 2016

Las plantas sienten.

Por Elisa Cobos Enríquez.


Por Elisa Cobos Enríquez.
Mi hija sembró dos ramas de albahaca en sendas macetas, las cuidamos con esmero,  crecieron frondosas, bonitas, me deleitaba en verlas, tocarlas, olerlas, les decía todas las mañanas que eran una hermosura.

Un día llegó a casa una amistad y comentó que tenía muchas plantas, pero que la albahaca no le prendía, mi hija y yo decidimos regalarle una plantita ya pegada, con todo y maceta para que no batallara en prenderla, se la dimos a mediodía, por la tarde mi maceta estaba marchita, de momento pensé que le hacía falta agua, pero la revisé y la tierra tenía suficiente humedad. Mi hija y yo comentamos el caso, llegamos a la conclusión que se entristeció porque la separamos de su hermana, compañera y vecina.

¿Y qué comentar del árbol de mango? Este arbolito lo sembré hace muchos años, mi esposo y yo lo fuimos a comprar en la carretera a un negocio especializado de árboles frutales injertados, aún tenía su Chevrolet 54 que tanto quería y cuidada, me lo vendieron por japonés, lo quería chaparrito para estirar el brazo y cortarle yo misma la fruta, lo abanaba con espero y me imaginaba ya con sus preciosos y deliciosos frutos, colocándole orquestas a las ramas  vencidas ante el peso de tanta delicia, cuando fue creciendo me dije esta criaturita no es japonés sino nórdico, creció tanto que ha de medir unos 7 metros, cuando le contaba a mis conocidos lo sucedido, me decían: __”Pues cómprese otro, siémbrelo, y corte el otro.” Pero la vida es amor, se encariña uno con los objetos y momentos agradables, y los sentimientos no están ni a la venta ni a la compra.
                                                                                                        
Bueno, les decía de este arbolito de mango, hemos pasado tantos años juntos, que lo he observado tanto y me ha enseñado que también siente. Por ejemplo, he notado que en el invierno, cuando amanecen los días muy fríos, sus hojas parecen que están medio enrolladas, como si sintieran frío,  creo que permanecen así para darse algo de calor. Si a mediodía sale el sol,  se extienden para recibir el calor, se tornan brillantes, a mi entender están alegres.

Viene a mi mente un poema, lamento haber olvidado el autor, si alguien lo sabe, dígamelo por favor, dice así: “Creo que las nubes ven/ y a veces las nubes juegan/ creo que el viento les dice / cosas gratas a las yerbas/ que se mueven y  agitan/ cuando él va a jugar con ellas / a veces me entretengo / mirando las florecillas inquietas / las plantas son seres que sienten/ tienen vida, a veces por la mañana. 

Y usted ¿Qué opina?


Texto Publicado en: Kaniwá #75 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 8   de octubre  de 2016.




                                                          

viernes, 28 de octubre de 2016

Gritonas bajo la lluvia.



Por Elisa Cobos Enríquez.

Las fiestas patrias ¿Cómo no recordarlas? Si eran algo tan hermoso y especial. Desde semanas antes, las alumnas de quinto y sexto grado de la Escuela Primaria  Manuel M. Oropeza se nos asignaba la labor de hacer los adornos en papel de China, en esa década de los 40’s  no se  conocía el plástico. Así que decorábamos el zócalo, el Palacio municipal y su frente que era la explanada, donde se realizaba  la ceremonia del  Grito de Independencia.

Las compañeras  hacíamos las tricolores banderitas, por lo regular eran rectángulos o cuadros intercalados, adheridos  a mecates delgados y  resistentes,  estaban listos para el 13 de septiembre,  no se colocaban con más tiempo por los torrenciales aguaceros de ese mes. Con cuánta alegaría hacíamos  todo,  a la salida de clases nos quedábamos, se nos figuraba  que así teníamos más derechos de participar  de las fiestas.

El 15 de Septiembre Íbamos una palomilla como de 8 o 10  muchachas de la calle Nicolás Bravo, de 10 a 15 años, nos íbamos como a las 6 de la tarde, cada año Lala, una señora como de unos 50 años con discapacidad insistía  que la lleváramos, todas lucíamos nuestras galas más recientes,   dábamos vueltas en los pasillos del parque, generalmente por parejas y  nos encontrábamos y platicábamos con nuestras compañeras de escuela.  

En la nochecita era la Fiesta Mexicana,  frente al Palacio colocaban sillas y como no alcanzaban la gente se sentaba  donde pudiera,  en los bordes de las jardineras y banquetitas.  En el kiosco tocaba la Orquesta Municipal  melodías mexicanas y danzones, también habían tríos con sones jarochos, los alumnos de las diversas escuelas primarias   tenían a su cargo bailables, cantos, declamaciones antes y  después del  Grito. En una ocasión fue la Sinfónica de Marina.

A las 11 de la noche salía al balcón principal el Alcalde acompañado de las Señoritas: Independencia, Patria y Libertad ellas luciendo su juventud, belleza y vestuario, se les unía  además los miembros  del consejo  municipal, con cuánto fervor arengaban a los héroes y ondeaba la bandera, las campanas de la iglesia sonaban, los  juegos pirotécnicos eran lanzados   de la azotea del Palacio y explotaban  con sus luces y la ovación del pueblo. La comuna al terminar se iba al cercano Casino al baile de los adultos con una orquesta traída de afuera.

Una mención especial es para el Torito encuetado, muy típico  en esta región del Sotavento, la  gente se divierte al ser correteada  por  esta animalito artificial, que es movido por un valiente y escurridizo muchacho que va cargado de todo  tipo de cohetes, zumbadores, buscapiés  y demás. La gente huye divertida por todo  el zócalo y allá va el torito,  en una ocasión no respetó la tradicional zona del huapango, y hasta a la  tarima se subió, la gente huyo despavorida,  salían los buscapiés y zumbadores por todas partes y la gente divertida y muerta de risa.

Nosotras nos regresábamos a las 11 después del Grito, iban por nosotras algunas de nuestras madres, y como de  película, a esa hora comenzaba un torrencial aguacero, ahí veníamos todas las gritonas empapadas, cante y cante, y risa y risa, caminábamos de prisa y llegábamos muy pronto pues vivíamos a unas escasas cuadras, Lala venía todo  el regreso llorando, se quejaba en su media lengua que se le mojara el vestido, los zapatos y  las medias nuevas, la abrazábamos porque le daban miedo la tempestad, riendo le decíamos: __”Pero el año próximo no te traemos.”

Al otro  día, todas nos encontrábamos en el desfile, sin faltar Lala. 


           ¡Felices fiestas patrias! 


Texto Publicado en: Kaniwá #72 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, de 17  de septiembre  de 2016.









Un camino diferente.

Lic. Gustavo Díaz Ordaz.
Por Joel García Cobos.




El 2  de octubre es una fecha  de tristes recuerdos en nuestro país.  Viene a nuestra mente que en 1968, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz reprimió una manifestación de estudiantes convirtiéndolo en un hecho  sangriento y brutal.   

En contraste,  también se conmemora que un  2  de octubre de  1869, nace en la India, siendo colonia británica, Mahatma Ghandi, quien llegara a ser el padre espiritual de la Independencia de su país, utilizando el pacifismo  como  un camino para lograrla.





Mahatma Ghandi, 
De ambos personajes y hechos se ha escrito mucho, no es mi intensión citar datos biográficos y reseñas históricas, aunque sí recomiendo leer y ver documentales al  respecto, porque  como seres pensantes necesitamos conocer los hechos para mejorar y no repetirlos. 
Gandi, con mucho esfuerzo se trasladó a la lejana capital británica y estudió Derecho,  su pensamiento pacifista fue evolucionando al grado, de unir su  paz interna con el conocimiento  del Derecho y lograr que el gobierno británico reconociera a su nación como un país libre y soberano. Le dolía las injusticias cometidas contra su pueblo y recomendó las marchas pacíficas para censurar la codicia colonizadora. Los británicos masacraron a infinidad de hindúes y finalmente firmaron la Independencia. Murió poco después por un fanático.

Manifestación de estudiantes.
Por su parte, Gustavo Díaz, también estudió Derecho y llegó a ser Presidente de la nación.  Tuvo la oportunidad que se le recordara por elevar el nivel de vida de los mexicanos. Pero no fue así ¿Qué lo llevó a reprimir de esa forma el  movimiento estudiantil. Desde entonces se  especula mucho y  no se llega a nada en las investigaciones de los ciudadanos, cada año por  estas  fechas sale a  colación el atentado  y  se repiten las suposiciones: El gobierno tuvo miedo, creyó que era un movimiento  comunista  para  desestabilizar  el  país; que  estaba en juego la imagen del  país  ante la cercana inauguración de los Juegos Olímpicos  México 68. Y muchas más.


No creo que el mandatario actuó por  miedo,  ni  para cuidar la imagen de  México,  si la  hubiera querido  cuidar primero hubiera cuidado la suya.  La televisora reinante ocultó todo, el hecho conocido  fue a cuenta gotas y el  impacto muy duro.

Ahora con las redes sociales circula más la información,  pero  esta permanece oculta  por la autoridad. Pero fuera  lo que fuera nada justifica dispararle al pueblo. Habrá caído en cuenta Díaz  Ordaz que  su evento estelar coincidiría con el pacifista?  Tal  vez no.  Pero sí ha de haber leído la frase de Juárez: “Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al Derecho ajeno es la paz.” Solo que decidió tomar un camino diferente.  



Texto Publicado en: Kaniwá #75 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, de 8  de octubre  de 2016.










domingo, 2 de octubre de 2016

La vida, caja de sorpresas.

Por Elisa Cobos Enríquez.                                                                                               



Algunas personas me decían: __ ”¿Para qué se  va  a operar de la catarata? A su edad y con todos esos problemas  de salud, para qué se va a exponer, no le va a ir bien.”

Realmente me sorprendían con su pregunta y su triste pronóstico __” Para qué?” Pues para ver bien, para mejorar mi calidad de vida, no porque una ya tenga sus añitos va a estar arrumbada en un lóbrego rincón. Les regresaba la preguntaba: “¿Tú no confías en Dios?” Si el médico me aseguró que todo saldría bien, y me encomendé a Dios y le dije: Hágase  tu  voluntad. Pues hay que confiar en él.  Él lo sabe todo.

Han pasado 3 semanas de la cirugía y estoy feliz,  ahora veo los colores más intensos, ya veo bien las letras y leo de corrido, como hace varios años. Una vez que releía La Aventura de la Catarata mis hijos bromearon conmigo, me dijeron: __ “Pero no estás leyendo, te lo aprendiste de  memoria.”   Cómo me reí de esa ocurrencia, reconozco que  al no ver  bien cancaneaba mucho, aun así leía, ya no confundo las letras.

Ahora disfruto más el leer y el escribir, la vista es uno de los regalos que  Dios nos dio al igual que la ciencia  y  hay  que aprovecharlos bien, me gusta sentarme en el corredor y ver el cielo cuando corretean las nubes; el árbol de mango  cómo mese sus ramas  con  el viento,   antes lo veía todo borroso, enseguida sentía cansancio, me molestaba la luz y en las  sombras no distinguía, me perdía ver con detenimiento a la naturaleza, otro regalo de Dios.

Hace unos días vino una visita,  me platicó que tiene catarata, pero por nada del mundo dejaría que lo operen ni que le anden en los ojos, que sería algo problemático y doloroso. Yo le di mi experiencia, no lo es ni una cosa ni la otra, al menos con el doctor Noé, comencé diciéndole que antes también pensaba así, pero  ahora que veo tan bien  me alegro que lo intenté y todo salió de maravilla. El señor se animó y dice que se operará. 

Cuando fui a consulta con el médico le llevé el suplemento Kaniwá, creyendo darle una sorpresa, pero ya lo había leído, otro médico compañero de él se lo llevó, le  dijo que le llamó la atención el título y le gustó, así que la sorprendida fui yo.

La vida está llena de sorpresas, cada día es una nueva oportunidad. ¿Por qué nosotros mismos nos vamos a limitar por nuestros miedos?  Yo quería recuperar mi vista para leer, ver bien mi jardín, las hojas lustrosas en sus diferentes tonalidades  y las sonrisas de mis nietos y bisnietos.


Texto Publicado en: Kaniwá #71 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, de 10  de septiembre  de 2016.