miércoles, 12 de agosto de 2015

DX: Leucemia.

Mi hermano y  yo.








Por  Joel  García Cobos,


 Uno de  mis hermanos era gordito, cachetón, como era muy blanco siempre estaba chapeado, travieso  a  más no  poder,  todo lleno de vida, resultó que a los 6 años de edad __y yo 4__ decayó su ánimo,  no  comía, de  ser un  niño  activo,  inquieto y preguntón, lo encontraba sentado, cabizbajo, le  preguntaba qué le pasaba y contestaba  que se sentía cansado. 

Mi madre muy alarmada lo llevó al hospital  con su pediatra que era la médica  Piña, ella le mandó a hacer estudios de sangre, le dio  los resultados, el diagnóstico; Leucemia.  Le explicó  que  para eso no había medicina, lo único que se podía  hacer era  estar cambiándole la sangre, pero que al final moriría, que era cuestión de unos 8  meses.
        Siguieron días angustiosos y dolorosos, a cada rato le extraían sangre para los    -----
Marco Antonio Cravioto Flores,
eminente médico investigador.

  
exámenes, un día que volvían, mi madre pasó a platicar con Meche, se encontró  que en el puesto estaba de visita un amigo  de ella, un señor de edad avanzada: Marco  Antonio Cravioto Flores, (+) investigador, médico militar retirado.
El médico en su primera valoración le dijo a mi afligida madre: __”Tranquilícese señora, es muy prematuro descartar el diagnóstico con una valoración física, pero de momento le puedo decir que su vaso está completamente sano, así que vamos bien.”

         Mi madre se fue a  México  con mi hermano, llegaron a la casa del médico,  también fue Meche con su hijo Pepe, todos la acompañaron al laboratorio a tomarle las muestras, el médico le pidió al químico que en ese momento le diera los resultados, ya con los estudios en la mano, le dijo que no era leucemia, así que le hicieron otros estudios, y  resultó que tenía parásitos en la sangre, que eran muy peligroso, el médico le dio instrucciones a otro  químico de la medicina que debía preparar.

          Al otro día fueron por el medicamento, eran 2 frasquitos sin  etiqueta de patente, nombre ni nada, solo estaban enumerados, le dijo que le diera un tanto en la mañana y otro en la tarde, que debía de comer, lo que fuera, lo que se le apeteciera al niño pero que comiera,  que conforme mejorara iba a recuperar el apetito y ya llegaría a  comer con normalidad. 

Mi madre le preguntó al médico por sus honorarios, le contestó que no era nada, que él era un médico investigador, que esos casos difíciles eran los que le interesaban, para aprender más de la medicina que ejercía para ayudar a las personas. 
 Del laboratorio y  ya con la medicina, el  médico Marco  Antonio Cravioto, (+) mi madre y  doña Meche, fueron a un mercado a comprar una gallina, verduras y frutas, en la casa le dijo a su esposa Mary que guisara un sabroso y nutritivo puchero, comieron todos muy felices: El matrimonio, un hijo joven llamado Humberto, y 3 niñas, la  menor  era muy bonita, como su mamá;  además: Meche, Pepe, mi madre y mi hermano.

En la comida,  el muchacho contó que estudiaba  ópera,  y  que su  sueño  era llegar a cantar  en la Scala de Milán.  Al terminar de comer, el médico tallándose  las manos  le dijo muy emocionado a Mary que sirviera el postre, los invitados se preguntaban entre sí, qué sería, resultó ser un plato de frijoles caldudos, recién hechos,  el médico entre cuchareo y cuchareo expresó: __”Quien no come frijoles ni nopales, no es mexicano”.
Por la tarde, todos contentos acompañaron a Meche a hacer la compra para su puesto de ropa, iban en autobús de colonia en colonia, y de fábrica en fábrica, le ayudaban a cargar los bultos. Al otro día por la mañana, tomaron  el autobús de regreso a Poza Rica, en segunda clase, que eran los que no le cobraban por sus mercancías, la carretera estaba en buen estado, aunque angosta, con muchas curvas y neblina. 

Ya en Poza Rica,  mi madre le daba el medicamento a mi hermano  tal como lo recomendó el médico, después  de un tiempo lo  dio de alta. Cuando mi madre lo llevó  de  nuevo  a la pediatra Piña, meses   después por una gripe, al entrar ellos al consultorio la médica abrió tremendos ojos, tomó el expediente de su escritorio y lo comenzó a ojear con rapidez, lo  leía, levantaba la cabeza, veía incrédula  al  niño y volvía a leer.
Después  de unos minutos que se quedó cayada viéndolo  le preguntó atónita: __”¿El es...  su hijo? ¿Es él? Ella ya ni se acordaba del dichoso diagnóstico de leucemia y le contesto: __”Sí, él es, lo traigo a  consulta porque tiene mucha gripe, creo que se resfrió.” La médica le dijo: __“Pero tiene  leucemia… él debía estar ya muerto.”  Entendiendo su asombro le dijo: __”Lo llevé a  México y  resultó que no era leucemia sino parásitos en la sangre”, y le contó la historia.
 55 años después,, Humberto Cravioto es una figura mundial. Dios bendijo a mi madre con esos magníficos amigos.

(+) Agradezco a la página de Internet Los Cravioto, el haberme facilitado la presente foto del eminente investigador Marco Antonio Cravioto.

Publicada en: Kaniwá #12 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Ver. México, el  26 de  julio de 2015.

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