domingo, 21 de agosto de 2016

Los caminos torcidos del Rey David.

Por Joel García Cobos.
        
Israel estaba en guerra, alrededor de la ciudad de Rabá se libraban cruentas luchas. Mientras tanto, en el palacio el Rey David estaba ocioso, una tarde se paseaba aburrido por las espaciosas terrazas tratando de distraerse, las proporciones del edificio le permitía explorar la calle, huertos, casas y patios interiores donde se desenvolvías escenas cotidianas de la capital.

El Rey veía para todas direcciones, caminaba despacio, se detenía y luego continuaba  en una de tantas alcanzó a ver a una mujer que indiferente y sintiéndose lejos de miradas indiscretas se bañaba sin prisa. Ahí estaba sumergida en el enorme balde de madera, semi cubierta de medio cuerpo por el agua fresca y aromática, con una jícara se refrescaba los brazos, los pechos y en el abdomen liso y fuera de grasa,  la otra mano  deslizaba sobre su piel morena disfrutando el agua primaveral.

El Rey embelesado contemplaba su hermoso y juvenil cuerpo, por un momento su conciencia le dijo que estaba haciendo una acción indebida, como si fuera una decisión estiró la mano y tomó una jugosa manzana de una mesita de servicio, la comenzó a comer sin apartar la vista de la joven que levantó el rostro,  pudo ver unos ojos tiernos enmarcados en un hermoso rostro.

Llamó a un siervo, este le informó que era Betsabé, hija de Elián y esposa de Urías, oficial del ejército; le envió un presente y la joven pasó el resto del día y la noche con el Rey,  un tiempo  después la mujer le informó que estaba embarazada, la ley citaba que las mujeres y hombres adúlteros debían morir, para salvarle la vida y la suya propia, ideó una artimaña,  mandó a llamar a Urías para que le diera un informe de la guerra y pasara unos días con su mujer, su plan no dio resultado, pues el soldado regresó a la batalla sin ir a su casa ni estar con su esposa.

Entonces le envió un mensaje sellado al general del ejército,  decía que pusiera a Urías en lo más peligroso del combate y luego lo abandonaran a su suerte, así se hizo. Después de los días de luto y purificación, el Rey se casó con Betsabé, Creyó que su adulterio y crimen quedaría encubierto y sin consecuencias. Pero Dios escuadrilla  los corazones  y motivos. Un día llegó el profeta Natán al palacio, después de un reverente y silencioso saludo  le comenzó a narrar:

__”Habían dos hombre,  uno era muy pobre, solo tenía una ovejita, la crió junto a sus hijos y la amó tanto que la tenía como una hija más. El otro hombre era rico,  a su casa llegó un familiar,  en vez de tomar de sus nutridos  rebaños un animalito  para agasajar al recién llegado, robó y mató a la  ovejita del vecino pobre.” El rey se levantó del trono indignado y despotricó que tal persona era digna de muerte y de pagar con 4  tantos. El profeta no obstante ´temeroso de su vida le dijo con voz firme: __”Oh Rey, tú eres ese hombre injusto y ruin. Y así dice Jehová: __Por cuanto haz actuado impíamente, la espada no se apartará de tu casa...”

Y sin demora se cumplió la sentencia, el Rey David tenía varias mujeres e hijos, y atravesó un largo periodo de tribulaciones en su vida: El niño recién nacido murió; el otro hijo de David, Ammón se portó vilmente con su hermana Tamar; Absalón dio un golpe de estado a su padre; y en el mar de sangre mató a su propio hermano Ammón.

David sufrió en carne viva las consecuencias de sus actos, reconoció su maldad, se  arrepintió de todo corazón,  escribió el Salmo 51  que es un tratado acerca del verdadero arrepentimiento, en los versículos del 8 al 12 dice:  

Hazme oír gozo y alegría, / Y se recrearán los huesos que has abatido. / Esconde tu rostro de mis pecados, / Y borra todas mis maldades. / Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, / Y renueva un espíritu recto dentro de mí. / No me eches de delante de ti, / Y no quites de mí tu Santo Espíritu. / Vuélveme el gozo de tu salvación, / Y espíritu noble me sustente.

Dios amó a David, olvidó sus rebeliones, se refería a él como su siervo, un “hombre conforme a mi corazón, que hará toda mi voluntad.



Texto Publicado en: Kaniwá #66 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 7  de agosto de 2016.







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