domingo, 21 de agosto de 2016

La aventura de la catarata

Por  Elisa Cobos Enríquez.

Enfermedad de los ojos. Me di cuenta que la tenía porque por el ojo derecho veía nublado y enfocándolo solo veía círculos oscuros, le platiqué al médico  geriatra y  me  dijo: __” Tiene Catarata, la voy a enviar al oftalmólogo” y él me confirmó el problema visual.

Después  de estudios de  laboratorio, cita con el cardiólogo,  examen del tórax, decidió operarme, las amistades me  recomendaban otros oftalmólogos pero mis hijos y yo  decidimos  que fuera el médico Noé, a  mi  edad, con 82 años, hipertensa, diabética y con problemas de circulación, decidió operarme muy seguro de  lo que iba a  hacer. Puse en práctica  sus  recomendaciones.

Amaneció el temeroso día,  me  encomendé a Dios, le  dije que  se  hiciera su voluntad y repetí el salmo  23 Jehová  es mi Buen Pastor.  Llegué  a  la  cita,  pasé por los preparativos, me aplicaron suero, al punzar mi vena  tuve  miedo, pues  por  mi edad se  han adelgazado, pero el médico  tiene muy buen equipo, incluido el anestesiólogo.

El problema para mí al estar  en  el quirófano era la postura, permanecer boca arriba una hora, el médico y su  equipo  me  hicieron más llevadero ese  tiempo, con  los  brazos y  la  boca  inmóviles, si no hubiera  sido así capaz  que grito y doy de jaloneos. Me  contó que hizo la incisión y jaló la catarata  que estaba  muy  dura, le  pregunté  si ya  me iba  a  quitar el suero, me contestó que no, que me iban a  pasar  a mi  habitación 28 que es mi edad con los números invertidos. 82 = 28.

Al entrar  a la habitación  me  llevaron  la comida, una rica  sopa  de  verduras, pues según no debo tener ayunos muy prolongados porque me  baja la  glucosa, cuando me  ha  bajado voy a dar al hospital, y me aplican  suero glucosado. También comieron mis familiares, juntos  y felices  porque todo salió bien.   
Con satisfacción declaro que durante esta aventura estuve tranquila, en compañía de  mis 2 hijas, mi nuera,  mi  hijo, mi  sobrino que lo  quiero como si fuera mi hijo, ellos  estuvieron en  la  sala. Al  médico Noé, a  su equipo de  trabajo, a mi familia y sobre todo a Dios,  les doy las gracias, y que Él nos siga  cuidando  y  bendiciendo.



Texto Publicado en: Kaniwá #67 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 14  de agosto de 2016.









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