miércoles, 6 de enero de 2016

La pintora mexicana de los ojos negros

(Paráfrasis, del poema El seminarista de los ojos negros, escrito por el poeta Miguel Ramos Carrión; Dedicada a Frida Kahlo, destacada pintora mexicana, 1907- 1954, a 61 años de su fallecimiento).

La pintora mexicana  de los  ojos negros.

Autor: Joel García Cobos




Desde la cama de una hacienda porfiriana  
pintada de azul, pintada de rojo,
de maderas preciosas, encajes  y espejos,
una coyoacana de cejas espesas
y ojos que parecen pedazos de topacio
mientras los pinceles mezcla con el seso
ve todas las tardes pasar en revuelo
los intelectuales que van de jaleo.

Alta la cabeza, como  espiando  al tiempo
avanzan por la vida cansados y enfermos
con la nota alegre sobre el traje negro
 la conciencia roja que tiñe sus  sueños
y que del mundo quieren acabar con  los dueños.

Un comunista, entre todos  ellos,
marcha siempre altivo, con abdomen suelto.
el overol amarillo  envuelve   su cuerpo
grandote y grasoso, duro y terco,
Diego y compañía  muy bien sabiendo
de que sus  actos observan los medios
desde que en la universidad vislumbra los bocetos
de la mexicana de trenzas muy negras 
la mira muy tierno, con mirar de artista
y siempre que pasa  le deja  el visto bueno
de aquellas obras que serán famosas.  

Tumultuoso y ágil va pasando México
y muere Trosky y encarcelan a Siqueiros
y vienen las tardes plomizas y encierros.

Desde la cama del castillo azul 
Siempre sola  y triste; pintando y doliente
una mexicana con polio y fracturas 
ve todas las tardes pasar  en mitotes
los comunistas que van de jaleo.
Pero no ve a todos: ve sólo a uno de ellos,
su Diego Rivera de los ojos negros.

Cada vez que pasa grande y famoso,
observa la niña que pide aquel cuerpo
en vez de overol, pintura y murales.
Cuando en ella fija sus ojos y aciertos
con vivas intensiones de sexo,
parece decirle: __”Te quiero, te quiero.
Yo no he de ser capitalista, no puedo serlo
aún siendo tuyo, seré de muchas más.”
A Frida entonces la oprime el corsé
suspende pintar y pierde dos fetos
y no sólo vive en su aposento
aquel profesional  y otros de más lejos.

En una calurosa tarde de mayo
la pintora que en silla de ruedas se manifiesta
entonó triste la Internacional; 
Por la ancha avenida pasaba la raza
Guatemala era el país invadido
pues Estados Unidos agredió con saña
con la bayoneta hundida con maña
y sobre sus puertas el moñote negro.
Con sus voces roncas trinaban los defeños
los inconformes iban en aumento
caminando en bolones hacia el zócalo
como por las noches al ir a reuniones.

Mira a Modotti, Rivera y a O´Gorman
los conoce a todos a fuerza de tragos
tan solo falta entre todos ellos
el camarada Tronsky ya cafeteado.

Pasaron dos meses, y una semana
Y allá en el Palacio de Bellas Artes,
una destacada artista de cabellos muy negros
Con la tez morena y vestida de tehuana,
mientras unos cantan y otros lloraban  
la ve mucha gente que pasa en silencio
amigos prominentes que van a cremarla.

Sesenta y un años pasan, se hizo estrella
y todo el mundo le brinda homenajes
vertiendo multi millonarias ganancias en dólares.
Sola, enferma y triste, aún se guarda el recuerdo
de aquella pintora mexicana de los ojos negros.




Publicada en: Kaniwá #31 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, el 6  de diciembre  de 2015.









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