domingo, 1 de enero de 2017

Cuando los Reyes Magos lloraron.

Por: Elisa Cobos Enríquez.


Los Reyes Magos están en el cielo. Un 6 de enero deciden venir a la Tierra a traer regalitos a los niños. Melchor traía juguetes a los varoncitos: trompos, baleros, canicas, pelotas. Gaspar, presentes para las niñas: muñequitas de trapo, cazuelitas, tazas y platitos, todas estas piezas de barro elaboradas por ellos. Baltazar muy emocionado, les traía riquísimas golosinas: melcochas, pirulís, paletones, cocadas, alfeñiques y turrones. Sus costales venían repletos y estaban ansiosos por entregar sus maravillosos dones.

Mientras iban descendiendo, y para que el trayecto no se les hiciera tan largo, comentaban varios temas, entre ellos si sus regalos les irían a gustar a las niñas y niños. __”¡Claro!” Dijo uno  en voz alta, dejando a un lado la duda. __”Los hicimos nosotros mismos.” Afirmó otro con orgullo. __”Ya verán, estarán muy contentos y agradecidos cuando se los entreguemos.” Aseguró el tercero. __”Además se divertirán mucho tomándose fotos con nosotros y nuestros preciosos animalitos.” Dijeron en coro los tres, y con grandes carcajadas celebraron la ocurrencia dicha al mismo tiempo.

Bajaban y bajaban, cabalgando en sus valientes  animalitos, por fin llegaron, estaba muy oscuro al tocar tierra, vieron un resplandor y comentaron: __”Miren la estrella como cuando nació Jesús, ya estamos llegando a la primera villa, acerquémonos.” Opinaron. Se fueron aproximando despacio, satisfechos de entregarle a los niños sus lindos obsequios, entonces escucharon: __”Traca, traca, traca, traca.” Recibiendo una lluvia de balas. __”¡Corran! ¡Corran! ¡Amigos! ¡Salvemos nuestras vidas!” Se escuchó que se decían huyendo.

En lugar de la estrella de Belén eran potentes reflectores, estaban muy cerca de un campamento militar, los soldados creyeron que eran espías mandados por el enemigo y los ametrallaron sin piedad, los Reyes Magos rápidamente se elevaron al cielo, después del susto buscaban con la vista un lugar en paz, pero sus ojos se fueron poco a poco llenando de lágrimas al reconocer esos reflectores en muchas partes alrededor del mundo, por doquier zumbaban los bombazos, y más de un misil por poco y los alcanzaban, entonces regresaron al cielo, llorando amargamente porque los niños no recibieron los regalos que con tanto amor habían hecho, ni se tomaron fotos recibiéndolos junto a los arbolitos de Navidad. 


__”¿Será que el mundo esté en paz el próximo año? Se preguntaron con esperanza secándose los ojos.  


Texto Publicado en: Kaniwá #87 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 31 de diciembre de 2016.




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