domingo, 2 de octubre de 2016

La abuela Juana Enríquez.

Doña Juana Enríquez Santiago.

Por Elisa Cobos Enríquez.

Fue madre, abuela y bisabuela sin haber conocido varón. Mamá Juana estaba en los preparativos de su boda, se casaría con un hacendado. Ya estaban los guajolotes gordos, calculados los kilos de arroz,  de tortillas, sobre todo las encargadas de hacer los alimentos.

Pero la hermana de Juana murió dejándole 2 niños, cuando acordó fueron 3, pues un sobrino enviudó y le llevó un bebé.  Cuando se enteró el novio rompió el compromiso,  dijo que quería hijos pero que  fueran de él. Ella le contestó: __”Pues son mis hijos, mi sangre, y no los voy a echar a la calle.” En lugar de amargarse, mi abuela vivió sus 99 años con 8 meses, ayudando a medio mundo, segura de sí misma, hablaba con firmeza y autoridad, nadie la contradecía, la obedecían con amor y gusto.


Juana era compadecida y servicial, cuando venía alguna plaga como la viruela, se dedicaba a ayudar a la gente en desgracia, llegaba la brigada médica y colocaba banderas amarillas cerrando el  paso de la calle, entonces nadie podía entrar ni salir de esas casas. Ella recibía un permiso  especial para visitar los hogares en cuarentena, les compraba sus víveres, si no tenían dinero  les  conseguía qué comer, les llevaba agua hervida, café, pan, ropa limpia, cuando le  preguntaban si tenía miedo a contagiarse contestaba que no, que ella creía en Dios y que él sabía lo que hacía y cómo lo hacía, también contestaba: __   “Yo  cuido  a  los  enfermos, y Dios nos cuida a todos.”

Era comerciante, vendía leña, carbón, huevos, frutas, verduras, los niños crecieron y los mandó a la escuela,  a tío Ángel  lo  envío  a estudiar música, pronto aprendió  a interpretar varios instrumentos, a los 15 años tocaba en la orquesta municipal de Alvarado, como los bailes terminaban de madrugada, iba a buscarlo para evitar que adquiriera el hábito de ingerir alcohol.

Llegó la Revolución, el pueblo fue tomado por las fuerzas federales, mi madre y mi tío estaban en la adolescencia, ella al enterarse metió a la cama a mi tío, le amarró la cabeza con  hojas que  olían horrible,  con tinta le pintó puntos en la cara, para hacerlos creer que tenía la temible  viruela. A mi madre le soltó las trenzas, le untó tizne  en la cara y le dijo que hiciera su  mejor papel de loca, que de esa actuación dependía mucho. A mi madre le encantaba declamar con mucho dramatismo.  A mi tío, los hombres le dieron culetazos  con el máuser, pero al verle la cara salieron huyendo, en el paso se encontraron a mi madre gritando y arañando.

La abuela a todo le encontraba el lado amable. Una vez dos de sus primas  se encontraron a mi tío Ángel siendo niño, para hacerle la maldad le dijeron  que Juana no era su mamá y que lo había estado engañando, él fue con mi abuela y le preguntó si era verdad, con toda tranquilidad le dijo que ella ciertamente no era su mamá, que era su tía, y que como lo quería mucho no había sabido cómo decírselo. __ “Ya que lo sabes ¿qué opinas? Le preguntó cariñosa, el niño abrazándola y besándola le expresó: __”Tú eres la madre que conocí, que me dio Dios y no tengo otra.” Se fue Juana a buscar a sus primas, al verla llegar a la casa se escondieron, ella les indicó: __”Vengo a darles las gracias, yo no me atreví a decírselo.”

Años después el tío Ángel abandonó el hogar, se dio de alta en el Ejército, la abuela lo buscó y lo encontró en un cuartel, habló con el Capitán para llevárselo, éste le dijo que sólo con una orden firmada por el Secretario de la Defensa. Juana se fue a Xalapa a hablar con el Gobernador que era amigo suyo, la sala de espera estaba llena, se fue directo al privado, tocó y señaló: __ “Ábreme Fulano que soy Juana” salió el secretario y le dijo que esperara turno, la oyó el Gobernador y la hizo pasar. Al preguntarle en qué la podía servir le dijo su problema, él le contestó que atendía asuntos civiles, no militares y que la recomendación no le serviría. __ “Tú dámela y yo veré.
Regresó al campamento, enseñó la carta, el Capitán llamó al Sargento Palacios, que por sus conocimientos en música ya había ascendido, le preguntó si conocía a esa mujer, su respuesta fue afirmativa; le volvió a preguntar el vínculo que tenía con ella, tardó un poco y le contestó que era su mamá; por último indagó si se quería ir con ella, contestó afirmativo; y le dijo que no se podía llevar el uniforme; __”No se preocupe Capitán que ya le traigo lista su ropa.” Y se lo llevó. Comprendió que ya era un hombre hecho y derecho, lo metió a estudiar en La Maestranza, una escuela de la Marina en el puerto de Veracruz donde aprendió a reparar motores y maquinarias, desde un reloj hasta una locomotora.

¡Feliz Día del Abuelo!



 Texto Publicado en: Kaniwá #69 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 27  de julio de 2016.











No hay comentarios:

Publicar un comentario