viernes, 19 de febrero de 2016

Había una vez un Raúl Velasco.

Por Joel García Cobos.



Las crónicas cuentan que había una vez un programa kilométrico de variedades que invariablemente comenzaba con la voz de un dueto femenino muy agudo que cantaba Siempre en domingo, y una voz masculina bien timbrada y echándole mucha crema a sus tacos añadía la presentación: __”Y ahora con ustedes, para conducir este programa, el señor: Raúl Velasco.”

Se dice que entonces aparecía en el escenario un señor vestido de traje, con micrófono en mano, de estatura baja, blanco, de pelo lacio cruzado sobre una frente que cada día se fue ampliando más, de lentes y sonrisa de conejo, que saludaba arengando a su público del estudio y televisivo, el primero le aplaudía generosamente, mientras que el segundo se sentaba con cara al televisor. 


Mucha gente narra lo mismo que él contaba: Raúl Velasco Ramírez, nació el 24 de abril de 1933 en Celaya, en el estado de Guanajuato, donde la vida no vale nada,  fue muy humilde, su padre tuvo una tienda de abarrotes; desempeñó varios trabajos. Aquí comenzó a escribir en una revista deportiva, a los 20 años se muda a la ciudad de México, donde escribió en revistas y diarios en la sección de espectáculos. 


También se asegura que su hermana se casó con un licenciado que llegó a ser presidente de la república y accionista de Televisa, y con el tiempo su sobrino gobernador de nuestro estado, aunque esto sin duda le ayudó mucho, hay que reconocerle que miraba alto, a las estrellas, se fue superando,  describía el  fulgor de ellas en sus crónicas, algunos dicen que estudió Periodismo, y otros que fue observador y muy trabajador.

Hay quienes afirman que admiraba tanto a las estrellas, que produce su programa con esa materia prima y llegó a ser muy famoso; que el canal de transmisión se llegó a llamas así; se codeaba con ellas, a muchas presentó, otras descubrió y a otras de plano las apagó.







Raúl tenía como recalcan muchos, sonrisa de conejo y risa de canijo, pues aunque nadie se llegaba a reír de sus chistes sin sentido, constantemente los decía y los camarógrafos estaban prestos para captar entre el público la más mínima expresión de alborozo que le hiciera segunda y justificara su risa boba.







Dicen las voces que nada se callan,  que llegó a ser tan conocido en muchas partes del mundo, que se le subió a la cabeza la fama, dejó a su esposa mexicana y se volvió a casar con una dama alemana; para entonces, ya solo vacacionaba en el extranjero y hacía alarde de sus múltiples amistades influyentes, y que llegaba a grandes hoteles e iba a fastuosas fiestas de noches estrellas.



A su favor dicen y siguen diciendo, que nuestro México fue más recordado y querido en el mundo, por presentar Siempre en Domingo nuestra cultura y nuestros grandes artistas, músicos y compositores, como Lola Beltrán, Lucha Villa, la Prieta Linda, Vicente Fernández, Ana Gabriel, Luis Miguel, Daniela Romo, Dulce, José José, Juan Gabriel. Thalía,  Los Panchos, Los Diamantes, Armando Manzanero, José Alfredo Jiménez, Consuelito Velázquez, Roberto Cantoral, etc





Al verlos, los extranjeros los asociaban  y  recordar a las leyendas del cine mexicano, como: Pedro Infante, Jorge Negrete, Dolores del Río, María Feliz, Silvia Pinal, Pedro Armendáriz, El Indio Fernández, Gabriel Figueroa, Tin, Tan, Agustín Lara, Cantinflas, Viruta y Capulina, por mencionar algunos; y también a los grandes muralistas e inolvidables poetas.





 Las voces que no olvidan comentan que Velasco en México dio auge a los artistas de habla castellana, y marginó a los de habla inglesa, pero yo alabo lo primero y hago como que no escucho lo segundo, pues hay que darle trabajo a nuestra gente, pues los primos solos se promueven y les llegan oportunidades.

Dicen que en esta tierra  de caudillos, Velasco era tremendo, una vez en pleno programa regañó a Luis Rey porque no le cuidaba los modales a su hijo Luis Miguel, pues siendo un adolescente se dejaba el pelo largo y Luis Mi se lo echaba para atrás de una forma que a él le parecía poco varonil, así que ni tardo ni perezoso se lo echó en cara; En otra ocasión dejó helado al público al parar la actuación de un estrafalario cantante que se hacía llamar Zorro, ante la cara de vergüenza y espanto de éste, pidió perdón al público porque no checó personalmente la calidad del artista y él que respetaba mucho su cautiva audiencia  ‘no le podía dar gato por liebre, en este caso dijo gato por zorro.’






También no podía faltar el comentar que gustaba presentar  al tristemente célebre Profesor Zovek, un escapista émulo de Kalimán que se acompañaba de bellas asistentes  con poca ropa, y que finalmente en 1972 fue vencido por la muerte; el misticismo  de Velasco no le impedía besar a todas las mujeres bonitas que pisaban su escenario, les pedía un besito “para la buena vibra.”

Como conductor Velasco era insuficiente, no tenía la elegancia de Jorge Labardini, ni la sapiencia de Pedro Feriz Santa Cruz, ni la chispa y practicidad  de Paco Malgesto,  ni la cordialidad y carisma de Luis Manuel Pelayo; ni el rostro de Marco Antonio Regil, ni el lenguaje correcto de Jacobo Zabludovsky; pero a fuerza de verlo durante 3 décadas se ganó un lugar en la historia de la farándula y de la televisión mexicana, ya cuando su enfermedad lo limitó  se apoyó de Janet Arceo y de su hija Karina, esta última sin éxito. 


Por último, los murmullos cuentan que murió Raúl Velasco a los 73 años de edad, bajando más la voz como señal del respeto que se ganó, cuentan una anécdota curiosa, Televisa anunció que el 26 de noviembre de 2006 le hará un gran homenaje, así que el 17 de octubre grabó un programa especial que transmitió precisamente  el domingo 26 de noviembre el día en que murió. 

Fotografías tomadas de:
 https://www.google.com.mx/search?
q=raul+velasco&biw=1422&bih=736&source=
lnms&tbm=isch&sa=X&sqi=2&ved= 0ahUKEwj0qpflp4TLAhUIOCYKHcG5CGYQ_AUIBigB&dpr=1








Texto Publicado en: Kaniwá #41 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Veracruz. México, del 14  de enero de 2016.











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