viernes, 4 de septiembre de 2015

Al otro día de la Explosión de 1966.

Mi  inseparable  hermano Kin.
Por Joel García Cobos.



La radiodifusora XEPR, comenzaba su  programación habitual a  las 6 de la mañana, con el Corrido a Poza Rica,  escrito   por  don Federico  Hernández y  Hernández, su  comienzo es sinigual, con un enérgico párrafo: “¡Ay, cuánto  indio de  morral con casco!/  ¡Ya parece batallón! / Pero son trabajadores, de esos de Perforación /  ¡Y fuímonos  a  Poza  Rica, compadre. ¡Fuímonos!...” /

Yo lo escuchaba de niño de vez en cuando, me daba mucha risa esa estrofa,   sobre todo la  primera frase  con esa  exclamación, como si el  compositor  se espantara de ver a tantos  trabajadores juntos, yo infería: __”Mi papá es de Geofísica”, pero en sus pláticas  oía que decía: __”Estamos perforando el pozo” así que concluía que Geofísica y Perforar era lo mismo y que ese señor vio a mi papá con sus compañeros trabajando y les escribió esa bonita canción, ya después supe que habían otros departamentos pero que todos tenían que ver con perforar, extraer o darles mantenimiento.
Después el corrido seguía rítmico  y vigoroso, cantado por don  Luis Pérez Mesa, me dijo su nombre mi mamá, está hermoso, yo me sentía orgulloso al pensar que en todo el país se escucha,  y sabían  que hay una ciudad que se llama así: “…Poza Rica tierra hermosa, paraíso sin igual / Poza Rica es famosa, un emporio nacional.  /  Sus riquezas son inmensas, no tienen comparación,  / tienes puesto la esperanza de toda nuestra nación….  / 
 Mi madre tenía todo el tiempo el radio prendido, el locutor si mi mente no me engaña, era Lorenzo Herrera llamado simplemente Mabita, muy joven, ese 15 de agosto de 1966, todo el día informó de algunos sucesos relacionados a  la  explosión  del día Ubicaciónanterior en  la refinaría Nuevos  Proyectos: Fueron 3 explosiones; la onda expansiva destruyó las vidrieras de  varios  edificios como: Correos; Telégrafos; y el cine  Hidalgo; mencionaba nombres  de los fallecidos y heridos; también  como labor social informaba  Mabita de niños extraviados  que estaban  en la Petromex, la Tepeyac, y otros lugares más lejos;  y a la vez, padres  que buscaban a  sus hijos  extraviados.

Yo al oír en la radio de todos esos niños extraviados, me preguntaba: “__¿Esos niños no tendrían papá que los aconsejaran? Qué bueno que yo si tengo un papá inteligente, él nos dijo: __’Están más seguros en la casa, que en la calle’ y se fue a trabajar, resultó muy cierto. Por la  mañana acompañé a mi mamá al  molino de masa,  algunos  vecinos contaban sus anécdotas del día anterior: 

Por  ejemplo una señora aseguraba  que desde  la explosión, ella  comenzó a tomar leche, vaso tras vaso, que era muy  buena para el  susto, a la hora de  cenar,  ya  no había ni una gota de leche; otra contó  que una amiga que vivía   atrás  del hoy antiguo hospital civil  tenía una niña en  su corral,  en la   explosión  tomó a la  bebé en brazos y se fue a  huir,  ya había pasado corriendo 3 o 4 cuadras  cuando  se dio cuenta que  no llevaba  a su niña, sino un puerquito; una vecina contó que  se estaba bañando, se enredó en una sábana que descolgó al pasar por  el tendedero, se envolvió en  ella y  así se fue a huir, ya cuando iba adelante de la colonia Santa  Emilia, reaccionó  y se dijo:  __”Bueno,  ¿A qué  te expones al andar en  la calle  así? Fue entonces que  se regresó  a  su casa  con mucha vergüenza,  que  el  recorrido se le  hizo muy largo.” Yo me reía, y mi mamá me tocaba la cabeza para que me callara.


 De regreso del molino, le pregunté a mi mamá qué hubier666a pasado si nos hubiéramos ido a huir,  mi abuelita caminaba muy despacito, me contestó que Dios aconsejó a mi papá y que lo obedecimos, que el obedecer es bueno. Al llegar a casa se me olvidó lo de la explosión, ese nuevo día, era  15 de  agosto, el cumpleaños de mi hermano Kin, cumplió 8 años, yo tenía 6,  a mi madre  le enseñó  a hacer  pasteles la vecina Quecha,  ella  era  de Huauchinango, Puebla, se casó  con don  Andrés  González Jasso que trabajaba en la CFE.

De regreso del molino, le pregunté a mi mamá qué hubiera pasado si nos hubiéramos ido a huir,  mi abuelita caminaba muy despacito, me contestó que Dios aconsejó a mi papá y que lo obedecimos, que el obedecer es bueno. Al llegar a casa se me olvidó lo de la explosión, ese nuevo día, era  15 de  agosto, el cumpleaños de mi hermano Kin, cumplió 8 años, yo tenía 6,  a mi madre  le enseñó  a hacer  pasteles la vecina Quecha,  ella  era  de Huauchinango, Puebla, se casó  con don  Andrés  González Jasso que trabajaba en la CFE.

Así que cada cumpleaños de algún miembro de la familia, mi mamita nos hacía   un sabroso pastel, en un recipiente echaba harina, huevos,  raspaba limones y le  echaba la cascarita, luego le exprimía el jugo, lo batía todo y lo  vaciaba a  un  molde  de  aluminio  en forma de dona,  en el hoyo ponía una base  y lo colocaba sobre la estufa, al rato  ya que olía,  le daba vuelta a la tapa para que unos hoyitos coincidieran, lo dejaba otro rato y sacaba   el pan, lo ponía en un plato grande,  por fuera estaba cafecito y por dentro amarillito, “me quedó poro sito, decía” olía sabroso, a limón, luego lo hacía más rico,   le untaba  mantequilla con azúcar, y quedaba listo. Ese día le  cantamos Las mañanitas a Kin, el pastel voló pues éramos 5 hermanos, con buen apetito.

Ya en la noche, cuando mis hermanos y yo nos estábamos  acostando, recordé un dato que dijeron en la radio: un trabajador de Pemex, cerró una válvula,  evitando que la fuga de gas incendiara toda la ciudad. Fui a la cocina donde mi madre lavaba los trastes y le pregunté  qué le pasó a ese señor, me dijo que se llamó Fortino Yáñez Zaleta, que decidió morir para que los niños de Poza Rica vivieran felices con sus papás.  A mi mente  vino  lo que mi tía Edy me contaba cuando leía un libro grueso, y luego cantaba, le pregunté si a él también le escribirían un corrido como a mi papá.

 __ “¿A tu papá le escribieron una canción?” Me preguntó sorprendida, yo le dije que sí, que todas las mañanas la ponían en el radio, y que el señor  que la escribió le gustó ver muchos trabajadores  perforando pozos. Sin esperar su respuesta le hice otra pregunta: __”Al señor Fortino ¿También le van a escribir una canción? Mi madre abrió más grande sus hermosos ojos café claros y exclamó suspirando: __”Joel, ya no pienses, ya duérmete.” Y me fui a dormir. 

Hoy estamos a 49 años de esa gesta heroica perpetrada por el señor Fortino Yáñez Zaleta, al cumplirse el 50 Aniversario, ¿habrá: Corrido, busto, o su nombre llevará una calle? ¿Seguirá olvidado? Las autoridades municipales tienen la palabra.












Publicada en: Kaniwá #17 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Ver. México, el  30  de  agosto de 2015.
  

1 comentario:

  1. Joe te felicito, como siempre exquisito en tus escritos. Saludos de tus amigas: Luisa, Dora y Gloria

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