miércoles, 8 de febrero de 2017

Adiós a Elisa Cobos, colaboradora de Kaniwá.

Doña Elisa Cobos, junto a su esposo
Holofernes García, ambos ya finados.
Por Luis Navarro Arteaga.


Dueña de un don natural para contar historias cotidianas, en menos de un año la señora Elisa Cobos Enríquez se convirtió en una de las colaboradoras consentidas de Kaniwá. Su hijo Joel García Cobos que lleva más de 25 años colaborando con La Opinión, desde aquella época en que el suplemento se llamaba dominical y luego Versatile, la animó para que plasmara por escrito todas aquellas narraciones que contaba en las tertulias familiares. 

Así en marzo de 2016 comenzó a publicar en estas páginas, y de inmediato comenzó a recibir positivos comentarios de sus textos. Desafortunadamente el pasado 23 de enero de este 2017, a las 5 de la mañana, falleció en el puerto de Veracruz, a donde se fue a vivir el 5 de diciembre de 2016 a renovar su anecdotario. “Se quedó dormidita por problemas respiratorios y cardiacos”, recuerda su hijo Joel.

Elisa Cobos Enríquez nació el 18 de abril de 1934 en Loma Bonita, Oaxaca,  donde su padre Francisco Cobos Reyes, originario de Cosamaloapan, Veracruz fue a trabajar en el cultivo de la piña. Su madre Dolores Enríquez y Enríquez, era oriunda del puerto de Veracruz, pero con familia de Alvarado.

Sus padres eran amantes de la naturaleza y llevaron durante 8 años a Elisa de pueblo en pueblo y de comunidad en comunidad, pues su papá sabía muchos oficios y era muy generoso y desinteresado. A donde iba era bien recibido, cambiaba el panorama con sus oficios, recuerdan los hijos de Elisa.

Sus papás le enseñaron las primeras letras, a observar las estrellas y el amor a los animales y al contorno ecológico. A los 8 años decidieron que la niña debía ir a la escuela y decidieron establecerse en Alvarado, tierra de sus antepasados maternos, y muy cercano del pueblo de su padre, a donde iban frecuentemente por lancha, sobre el río Papaloapan.

En Alvarado fue primero a la escuela Leona Vicario y luego a la Manuel M. Oropeza. A la niña le gustaba leer, escribir y hacer composiciones. Cuando la adolescente terminó la primaria, a los 15 años, la familia se fue de vuelta al sur para establecerse por diversos periodos en varias comunidades y pueblos como Minatitlán, Coatzacoalcos, Las Choapas.

Elisa llegó a Poza Rica en 1954, vino a vivir con una tía que andaba por acá. Aquí se casó el 22 de noviembre  con el señor Holofernes García Casanova, originario de Tampico Alto, Veracruz, El esposo de Elisa tenía su propia historia de migrante. Vivió en Tampico, Tamaulipas, desde la adolescencia donde aprendió carpintería y trabajó de cartero, pero ya en Poza Rica entró a trabajar como obrero en el Departamento de Ingenieros Civiles y luego en Geofísica y Cementación de pozos, había quedado viudo con un hijo pequeño (Carlos).

El nuevo matrimonio establecieron su hogar, ella tenía 20 años y él 38, pronto se convirtió en una madre bella, comprensiva, abnegada, de sus 6 hijos,  la última nació cuando Elisa era una mujer mayor.
Joel recuerda que su madre “era muy tolerante, jugaba con nosotros, nos platicaba su vida y la de la familia, le gustaba escribir desde pequeña, pero en los cambios dejaba sus cuadernos con sus textos por más que los quería conservar. Ganó varios concursos literarios promovidos por el DIF Estatal, le regalaban libros y una vez fue invitada a un viaje cultural a la Hacienda El Lencero. Era una narradora natural, todo lo contaba con mucha gracia, buscando los rasgos positivos de las personas y sucesos, dice.

Sobre la publicación de sus historias en este espacio, Joel afirma que “Como yo escribía en el suplemento primero, durante 18 años, ella se emocionaba, estaba al tanto, yo le decía que publicara sus cuentos, que le inspiraban sus nietos en sus diferentes etapas, un día me dijo que sí, cuando apareció Kaniwá le gustó mucho, le recordé que ya había aceptado publicar, y comenzó a publicar en marzo de 2016”.  

  

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