miércoles, 7 de marzo de 2018

«Alguien allá arriba te quiere demasiado»


«Dios siempre estará a tu lado, nada te hará caer». Proverbios 3: 26, TLA

EN MUCHAS OCASIONES he visto la mano de Dios actuar en mi vida, pero algunas han tenido mayor alcance y repercusiones que otras.

Realicé mi carrera universitaria en una universidad adventista. Allí no tenía problemas con el sábado o el ambiente, pero sí tenía que buscar la manera de pagar por la enseñanza y muchas veces se me hacía difícil conseguir la comida. Al igual que la mayoría de los estudiantes, yo trabajaba y estudiaba para poder costear los estudios. Con el correr del tiempo, y debido a cambios administrativos, decidieron colocarme como encargado del plantel. Era mi responsabilidad cortar el césped, podar árboles y plantar flores. A pesar de la belleza que nos daba el invierno, cuando llegaba el verano con sus sequías era todo un reto cuidar del plantel universitario.

La universidad había adquirido un sistema de riego, un poco anticuado pero eficiente. El problema no era hacerlo funcionar, sino regar todo el plantel, pues era enorme. Durante el verano de ese año intenté inútilmente que el césped estuviera siempre verde. El tiempo transcurría y al no verse los resultados esperados recibí el ultimátum de que si en una semana el plantel entero no estaba verde perdería mi empleo.

Intenté por todos los medios cumplir con mi encomienda pero llegó el sábado y no había logrado nada. Ese día reposé de mi cansancio físico y decidí dejar todo en las manos de Dios. Llegó el domingo y el lunes sería cuando tendría que recibir mi encomio o mi sentencia. Entonces sucedió lo inesperado: en medio de un caluroso verano ¡empezó a llover! Y lo que no pude lograr con mis compañeros en varias semanas de trabajo Dios lo hizo posible en menos de dos horas. Salí del comedor y caminé bajo la lluvia, agradecido con Dios por su milagro. El lunes llegó y las palabras que recibí fueron estas: «Alguien allá arriba te quiere demasiado».

Los años han pasado y me pude graduar de la universidad. No tengo dudas, Dios me ama, me lo ha demostrado de muchas formas.

Hoy quiero que enfrentes la vida con la seguridad de que «alguien allá arriba te quiere demasiado». Ese alguien es Dios.

Samuel E. Dimas
El Salvador
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