Por Elisa Cobos
Enríquez.
Enfermedad de los ojos. Me di
cuenta que la tenía porque por el ojo derecho veía nublado y enfocándolo solo
veía círculos oscuros, le platiqué al médico
geriatra y me dijo: __” Tiene Catarata, la voy a enviar al
oftalmólogo” y él me confirmó el problema visual.
Después de estudios de laboratorio, cita con el cardiólogo, examen del tórax, decidió operarme, las
amistades me recomendaban otros
oftalmólogos pero mis hijos y yo
decidimos que fuera el médico
Noé, a mi edad, con 82 años, hipertensa, diabética y
con problemas de circulación, decidió operarme muy seguro de lo que iba a
hacer. Puse en práctica sus recomendaciones.
Amaneció el
temeroso día, me encomendé a Dios, le dije que
se hiciera su voluntad y repetí
el salmo 23 Jehová es mi Buen Pastor. Llegué
a la cita,
pasé por los preparativos, me aplicaron suero, al punzar mi vena tuve
miedo, pues por mi edad se
han adelgazado, pero el médico
tiene muy buen equipo, incluido el anestesiólogo.
El problema
para mí al estar en el quirófano era la postura, permanecer boca
arriba una hora, el médico y su equipo me
hicieron más llevadero ese
tiempo, con los brazos y
la boca inmóviles, si no hubiera sido así capaz que grito y doy de jaloneos. Me contó que hizo la incisión y jaló la
catarata que estaba muy
dura, le pregunté si ya
me iba a quitar el suero, me contestó que no, que me
iban a pasar a mi
habitación 28 que es mi edad con los números invertidos. 82 = 28.
Al entrar a la habitación me
llevaron la comida, una rica sopa
de verduras, pues según no debo
tener ayunos muy prolongados porque me
baja la glucosa, cuando me ha
bajado voy a dar al hospital, y me aplican suero glucosado. También comieron mis
familiares, juntos y felices porque todo salió bien.
Texto
Publicado en: Kaniwá #67 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza
Rica de Hgo; Veracruz. México, del 14 de agosto de 2016.
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