domingo, 19 de junio de 2016

Padre, Señor y Dios.

Por Joel García Cobos. 



La tarde aún era joven,  los leprosos continuaban entre las peñas, refugiándose del sol y de las miradas y lenguas viperinas de los transeúntes del lejano camino, les tiraban piedras, decían malditos de Dios e inmundos, los compadecidos les dejaban un poco de agua y unos mendrugos de pan tan duros como su escondite.

Se escaparon  del deprimente y angustiante leprosorio, sus compatriotas judíos los consideraban castigados por Dios por sus múltiples pecados.  Uno aseguraba  escuchar las palabras del Galileo, cuando se detenía bajo el viejo sicomoro de la carretera.

__“Su voz es dulce, suave, fresca, y las cosas que dice: __”Venid a mi todos los que estáis cargados y cansados y yo os haré descansar… Venid  y yo os daré  agua viva y no volveréis a tener sed jamás… Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia...”  Lo quería convencer de que llegada la oportunidad fueran a ver a Jesús, estaba seguro que los sanaría  de su lepra.

__”Palabras, palabras, como las que dicen los sacerdotes y fariseos.

__”Oh, no su voz tiene autoridad y no está actuada. Yo lo he escuchado varias veces, nadie habla como él, y los milagros que hace,  ha sanado a ciegos, paralíticos y endemoniados, aún las tormentas le obedecen. Desde los días de los profetas Elías y  Eliseo no  se ha  visto nada  igual.  Además,  escuché algo, me da vuelta en la cabeza…

__”¡Bah! Fabulas, chismes.” __”Es que puede ser… el Mesías, lo dijo muy bajito,  cubriéndose el rostro con su burdo  manto.  __¿El Mesías? Entonces ¿Ya seremos libres del yugo  romano? Preguntó con burla. __Pues eso es lo extraño,  no habla  de  ejércitos,  sino  de  amor  y perdón.  __¡Ya cuéntame!  Le increpó con curiosidad.

__Bueno, fue a  una sinagoga, le tocó la lectura,  leyó en el royo de Isaías: __”El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado; me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, a aliviar a los afligidos, a anunciar libertad a los presos, libertad a los que están en la cárcel.” Al terminar de leer añadió: __”¡Hoy se ha cumplido esta escritura ante sus ojos!”

__”Pero, ese pasaje solo se aplica al Mesías. Dijo entonces que ¿Él es el Mesías?  __”Y también ha dicho: __” De cierto os digo: Antes que Abraham fuera, YO SOY. __”Pero ¿Cómo puede decir algo Así? Está diciendo que él es  Dios... __”Sí, y si es Dios, es  el Creador del universo, el Todopoderoso, el Médico  que necesito ¡Mira! ¡Una multitud! ¡Vamos! ¡Puede ser él!

Salió corriendo, a lo lejos escuchó “ni te recibirá” se fue acercando, la gente seguía a un hombre joven, alto, de irrisoria barba, al advertirlo envuelto en garraras, huía despavorida, unos le gritaban ¡Vete! ¡Maldito!  Él solo veía a Jesús y se le fue  acercando  cada vez  más.

Ante aquel descarnado ser, el frente de Jesús pronto quedó despejado, ni los discípulos osaron acercarse para detenerlo, Jesús se quedó parado, viéndolo,  a unos metros de él el infortunado se arrodilló, al sollozar temblaba sin  control, en su pensamiento solo  le dijo bajando la vista a tierra: __”¡Padre, Señor y Dios!  Todo el discurso preparado olvidó.

Jesús se detuvo unos segundo, caminó hacia él, se inclinó  un  poco  y puso su mejilla junto a su cabeza cubierta, se quedó paralizado el sentir su mejilla, se escucharon al instante diversas expresiones: __”¡Este hombre está loco! ¡Dios Mío! Y pensó: __¡Cuánto me ama!  Y de lo más  profundo de su corazón  brotó: __”Si quieres, puedes limpiarme.”

           __”¡Quiero! ¡Se limpio!  
     
           Al instante, sintió un poder que recorrió su cuerpo, sus  músculos fueron  vivificados, tocó su rostro, este fue remplazado por sonrosada piel, al irse despojando de los harapos en forma de vendas, su  piel se fue  viendo  sana  y  viril,  buscó los ojos de Jesús que lo veía con infinita ternura, y exclamó:  ¡Gracias! ¡Padre! La  gente atónita glorificó  a Dios.














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