Por Joel García Cobos.
La tarde aún era joven, los leprosos continuaban entre las peñas, refugiándose
del sol y de las miradas y lenguas viperinas de los transeúntes del lejano camino,
les tiraban piedras, decían malditos de Dios e inmundos, los compadecidos les
dejaban un poco de agua y unos mendrugos de pan tan duros como su escondite.
Se
escaparon del deprimente y angustiante
leprosorio, sus compatriotas judíos los consideraban castigados por Dios por sus
múltiples pecados. Uno aseguraba escuchar las palabras del Galileo, cuando se
detenía bajo el viejo sicomoro de la carretera.
__“Su
voz es dulce, suave, fresca, y las cosas que dice: __”Venid a mi todos los que
estáis cargados y cansados y yo os haré descansar… Venid y yo os daré
agua viva y no volveréis a tener sed jamás… Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia...” Lo
quería convencer de que llegada la oportunidad fueran a ver a Jesús, estaba
seguro que los sanaría de su lepra.
__”Palabras,
palabras, como las que dicen los sacerdotes y fariseos.
__”Oh,
no su voz tiene autoridad y no está actuada. Yo lo he escuchado varias veces,
nadie habla como él, y los milagros que hace,
ha sanado a ciegos, paralíticos y endemoniados, aún las tormentas le
obedecen. Desde los días de los profetas Elías y Eliseo no
se ha visto nada igual.
Además, escuché algo, me da
vuelta en la cabeza…
__”¡Bah!
Fabulas, chismes.” __”Es que puede ser… el Mesías, lo dijo muy bajito, cubriéndose el rostro con su burdo manto.
__¿El Mesías? Entonces ¿Ya seremos libres del yugo romano? Preguntó con burla. __Pues eso es lo
extraño, no habla de
ejércitos, sino de
amor y perdón. __¡Ya cuéntame! Le increpó con curiosidad.
__Bueno,
fue a una sinagoga, le tocó la lectura, leyó en el royo de Isaías: __”El espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado; me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, a
aliviar a los afligidos, a anunciar libertad a los presos, libertad a los que
están en la cárcel.” Al terminar de leer añadió: __”¡Hoy se ha cumplido esta
escritura ante sus ojos!”
__”Pero, ese pasaje solo se aplica al Mesías. Dijo
entonces que ¿Él es el Mesías? __”Y
también ha dicho: __” De cierto os
digo: Antes que Abraham fuera, YO SOY. __”Pero
¿Cómo puede decir algo Así? Está diciendo que él es Dios... __”Sí, y si es Dios, es el Creador del universo, el Todopoderoso, el
Médico que necesito ¡Mira! ¡Una
multitud! ¡Vamos! ¡Puede ser él!
Salió
corriendo, a lo lejos escuchó “ni te recibirá” se fue acercando, la gente seguía
a un hombre joven, alto, de irrisoria barba, al advertirlo envuelto en
garraras, huía despavorida, unos le gritaban ¡Vete! ¡Maldito! Él solo veía a Jesús y se le fue acercando
cada vez más.
Ante
aquel descarnado ser, el frente de Jesús pronto quedó despejado, ni los
discípulos osaron acercarse para detenerlo, Jesús se quedó parado, viéndolo, a unos metros de él el infortunado se
arrodilló, al sollozar temblaba sin
control, en su pensamiento solo le
dijo bajando la vista a tierra: __”¡Padre, Señor y Dios! Todo el discurso preparado olvidó.
Jesús
se detuvo unos segundo, caminó hacia él, se inclinó un
poco y puso su mejilla junto a su
cabeza cubierta, se quedó paralizado el sentir su mejilla, se escucharon al instante
diversas expresiones: __”¡Este hombre está loco! ¡Dios Mío! Y pensó: __¡Cuánto
me ama! Y de lo más profundo de su corazón brotó: __”Si quieres, puedes limpiarme.”
__”¡Quiero! ¡Se limpio!
Al instante, sintió un poder que recorrió su cuerpo, sus músculos fueron vivificados, tocó su rostro, este fue
remplazado por sonrosada piel, al irse despojando de los harapos en forma de
vendas, su piel se fue viendo
sana y viril,
buscó los ojos de Jesús que lo veía con infinita ternura, y exclamó: ¡Gracias! ¡Padre! La gente atónita glorificó a Dios.
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