Por Joel García Cobos.
El origen de La Pascua.
Israel era ya anciano y aún lloraba la muerte de su amado
hijo José, el penúltimo de sus 12 hijos, aquel que se conoce como José el
soñador. En toda la tierra había sequía y escases de alimento, por eso Israel, envió
a sus hijos al vecino país de Egipto para que compraran trigo y pudiera
subsistir su numerosa familia de donde nacería el Mesías, promesa hecha a su
abuelo Abraham.
Al regreso de sus hijos le trajeron
una maravillosa noticia: Su hijo José vivía y era el segundo después del Faraón,
y lo mandaba buscar. Así que Israel fue feliz a reunirse con su amado hijo, vivió
algunos años en la tierra de Egipto, luego murió muy anciano y su descendencia
vivió ahí durante 400 años, crecieron tanto que los egipcios temerosos de que
se unieran con algún pueblo enemigo, los tuvieron como esclavos.
Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac
y de Jacob que le cambió el nombre a Israel, permitió esta opresión porque poco
a poco se habían olvidado de él y se acomodaron a los dioses de esa nación. En
ese terrible sufrimiento se acordaron del Dios vivo de sus antepasados y clamaron a él, así que envió a Moisés y en el nombre del gran
Yo Soy los sacó de Egipto, después
de unas calamitosas plagas para ablandar el corazón del soberbio monarca que solo
los dejó ir, cuando vio desbastado el
país.
Yo Soy que es
el mismo que Jehová instituye La Pascua, les ordenó que la noche antes de salir
de Egipto, debían tomar un corderito de un año, sin defecto físico alguno,
degollarlo, cocinarlo y comerlo acompañado de yerbas amargas, la sangre sería
untada en el dintel de la puerta, esa noche pasó el Ángel de Jehová, y toda
casa marcada fue respetada, la que no tuvo la señal, el primogénito que
habitaba ahí murió. A la mañana siguiente, el clamor fue grande entre los
egipcios que sufrieron esta última plaga. Este corderito era un símbolo de
Jesucristo, el Cordero de Dios que quita
los pecados del mundo, y que fue prometido desde el Edén.
El cumplimiento de la
profecía.
Estamos en Semana Santa, en estas
fechas recordamos que Jesús murió en la cruz para darnos vida eterna, pues la
sentencia es clara, la paga del pecado
es muerte. Al desobedecer Adán y Eva en el Edén, la raza humana se hizo
culpable. ¿Y cómo fue que el Creador de universo vino a morir en rescate de sus
creaturas? Vayamos paso a paso.
En Juan capítulo 1 versículos del 1 al 3 se establece Jesús el verbo, creó todas las cosas, luego,
en Salmos 8 del 3 al 8 resalta que Dios
le da a Adán una función y la tierra, esto es, lo coronó Rey y la tierra fue su
territorio. Para que Adán fuera por perpetuidad Rey debía ser obediente a Dios,
porque si no obedecía pecaba y si pecaba moriría, por lo tanto, debía estar a
la altura de su Creador. Pero Adán perdió estos 2 privilegios al someterse al
enemigo de Dios.
Cuando Jesús viene a la tierra, el
Padre de la mentira ya sabía que venía a rescatar a la raza caída, así que
trazó su plan. En Lucas 4: 5 al 7
encontramos una de tantas batallas, astutamente le ofrece el territorio y su
soberanía terrenal: __“Porque a mí se me ha entregado y a quien quiero la doy,
solo arrodíllate ante mí y adórame.” Le decía constantemente: __”No tienes que
ir a la cruz ni sufrir” le ofreció regresarle la Tierra, pero Jesús sabía que si
aceptaba, ponía en peligro del gobierno universal, era como cambiar una
rebanadita por todo el pastel, así actúa el engañador.
Pero nuestro amoroso Dios provee en
todo momento ayuda y esperanza, en el Antiguo Testamento encontramos las Leyes
de La Redención, si una persona se había empobrecido de tal manera que se
vendió como esclavo, o vendió su porción de tierra, había una forma de
recuperarlas. En Levítico 25: 25 se registra: __”Cuando tu hermano empobreciere
y cuando vendiere su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y
rescatará lo que su hermano hubiere vendido” y más adelante encontramos cómo
debía rescatarse: __“Después que se haya vendido podrá ser rescatado por un
hermano o familiar cercano.” El problema de la raza humana es que toda era
esclava del pecado y nadie podía redimirla.
Se ofrecieron los ángeles, pero eran insuficientes, son seres creados.
Entonces, se dio a conocer el plan de
la redención tan celosamente guardado, Jesús el Creador moriría por el hombre, aunque
era dador de vida, había un problema, él era miembro de la familia celestial,
muy pequeña por cierto pues solo era el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La
solución la encontramos en San Juan 1: 14: __”El Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros y vimos su gloria…” así que en un Consejo de gobierno, reunió a los
representantes de los mundos no caídos y de los ángeles y les informó. Para rescatarnos y rescatar
nuestra heredad, Jesús debía cumplir 2 requisitos: Éxodo 12: 5 y 6 dice del
Cordero pascual: Será sin defecto y lo inmolarás entre las 2 tardes. Jesús vino
a cumplir la ley que nos exige perfección, excelencia pues somos hijos del Rey
del Universo, no invertebrados, luego Jesús murió cargando los pecados de todos
los humanos, así dice en 1 de Pedro 1: 18 al 20.
Satanás sabía quién era y a qué vino
Jesús, en Marcos 1: 23 y 24 un
endemoniado lo declaró y añadió vienes a “destruirnos” llegó a esta conclusión tal
vez al observar la ceremonia de la
expiación de la nación judía, notó la similitud que había entre un cordero
pascual y la vida perfecta de Cristo, e imaginó que ofrecería su vida en
rescate de la raza caída, entonces decidió vencerlo, hacerlo pecar y evitar que
muriera en la cruz.
Por eso en la cruz dijo: __”Consumado
es” o sea: __”Yo cumplí mi parte” y: __”Padre, en tus manos encomiendo mi
Espíritu” __”Ahora, Padre, cumple lo tuyo” y así fue, un poderoso ángel en la
resurrección exclamó: __”Oh, Hijo de hombre, tu Padre te llama” y resonaron los
cánticos celestiales por las edades sin fin. Cristo Reina.
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