sábado, 17 de febrero de 2018

La protección de Dios


“Pues escrito está: ‘Ordenará que sus ángeles te cuiden. Te sostendrán en sus manos” (Luc. 4:10).

Justo antes del almuerzo, mi esposo prendió la televisión para ver las noticías. Una de las primeras historias me sorprendió. Un periodista anunció que había ocurrido un grave accidente en una municipalidad cercana a la nuestra. Una ambulancia había chocado, mientras llevaba a una mujer y a su hijo recién nacido al hospital, y el pequeño había salido despedido del vehículo. Lloré y clamé a Dios, pidiéndole que protegiera a aquel precioso e indefenso bebé. Luego oré, pidiéndole que me ayudara a encontrarlos. ¿Estaban en un hospital? ¿En cuál? El lugar del accidente quedaba un poco lejos y era de difícil acceso, así que oré por ellos. Por algún motivo, sentí que debía orar especialmente por el niño. Al día siguiente, llamé a los hospitales de mi ciudad y de la ciudad del canal televisivo que había transmitido la noticia pero no pude conseguir ninguna información sobre el accidente o el bebé.

Pasaron los días y, a menudo, pensaba en la tragedia. Me preguntaba qué había ocurrido con el recién nacido y cómo estaría. Como un mes después, estaba sentada en la iglesia un sábado de mañana meditando, orando y agradeciendo a Dios por las Infinitas bendiciones que me brindaba, cuando una mujer se acercó y me preguntó si podía sentarse a mi lado. Rápidamente le ofrecí un asiento y le pregunté si estaba visitando nuestra iglesia, porque no la había visto antes. Ella me respondió que sí y le di la bienvenida, diciéndole que estaba contenta de conocerla. Me encantan los bebés, y vi que ella tenía uno en sus brazos. Entonces, ella me miró y me preguntó:

—¿Escuchaste sobre el accidente que ocurrió el mes pasado con una ambulancia? Yo soy la mujer que estaba en esa ambulancia y este es mi bebé, que salió despedido del vehículo.

Comencé a llorar y coloqué al bebé sobre mi regazo. Mientras lo abrazaba y lo acariciaba, le dije a la madre: -No puedes imaginar cuánto oré a Dios por sus vidas. ¡Realmente quería tener noticias sobre ustedes¡ En ese instante sentí y vi la presencia de Dios en mi vida, y en la vida de las personas por las cuales oraba. Él realmente se preocupa por nuestros incidentes y accidentes diarios. Estoy segura de que Dios envió ángeles para cuidar y proteger a esta madre y a su hijo.

ESTER LORENO PERIN
vive en el Mato Grosso, Brasil. Está casada y tiene dos hijos.
Es diaconisa y líder de un grupo pequeño.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2018
BENDECIDA 
Ardis Dick Stenbakken

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