Rulo Luna14 Mar 2017
Se hacen llamar aceitados pues cubren su cuerpo con aceite.
Recorren el pueblo haciendo escándalo y son la parte más colorida de la comparsa.
Recorren el pueblo haciendo escándalo y son la parte más colorida de la comparsa.
Me enteré de la existencia del carnaval de San Martín Tilcajete a través de unas fotos hace ya un par de años. Los rostros que aparecían retratados me resultaron impresionantes: hombres, mujeres, niños y niñas disfrazados de diablos y otros seres extraños compuestos a partir de pintura, aceite y piezas de madera tallada. El resultado era espectacular, incluso un poco macabro y no se parecía a nada que yo hubiera visto. Este año decidí viajar a Oaxaca para el martes de carnaval y ser testigo de esta comparsa con mis propios ojos.
San Martín Tilcajete es un pueblo ubicado a poco menos de treinta kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Está en la llamada Ruta de las Artesanías y sus habitantes se especializan en la elaboración de alebrijes. La maestría en el tallado de la madera y el uso del color son habilidades extendidas en el pueblo gracias a la práctica de este oficio. La imaginación y el trabajo que se requieren para producir una de las artesanías más emblemáticas de Oaxaca, también se utilizan a la hora de elaborar los disfraces para la fiesta más importante de este poblado.
Los dejo con el recuento fotográfico de mi visita a San Martín Tilcajete. Espero que estas imágenes
los animen a visitar éste y otros rincones de Oaxaca.
Las máscaras son de madera tallada por los mismos artesanos del pueblo. Muchos de los disfraces están meticulosamente planeados y sus portadores los han ido perfeccionando con el paso de los años.
Las campanas alrededor de la cintura son una parte importante del disfraz. Una vez que llegas al pueblo, el sonido de estas campanas será el primer indicativo de que algo fuera de lo ordinario está sucediendo por las calles.
Por supuesto, no puede faltar la banda local.
La tradición comienza a hacerse presente en los más pequeños...
Y permanece en el imaginario del pueblo.
Hay grupos de aceitados de todas las edades.
Aunque hay elementos comunes, cada uno de los participantes le da toques únicos a su personaje.
La tradición alebrijera sale a relucir en muchos de los disfraces.
Una vez terminado el desfile, todos regresan a casa del presidente municipal.
En este lugar se reparte comida y bebida a todos los asistentes,
sin importar que sean locales o turistas.
Los monstruos del carnaval se refugian del calor de medio día y esperan la comida en compañía de unos mezcales o una buena agua de horchata.
Los festejos persisten durante todo el día. En la tarde se realizan concursos donde se premia a los mejores disfraces del carnaval y se continúa con los festejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario