Por Elisa
Cobos Enríquez.
Navidad, época
alegre, de recuerdos y regalos, les puedo participar que pasé muchas navidades
muy bonitas con mis padres y hermano, nos queríamos mucho. Un lugar muy
especial en mi corazón, tienen las que pasé en casa de mi tío Ángel, en el
ingenio San Cristóbal, ahora el pueblo se llama Carlos A. Carrillo.
Durante el
24 de diciembre, mi mamá, mi tía Luisa y sus vecinas preparaban la cena, la
casa se llenaba de olores
deliciosos, mientras mi hermano
Ángel y yo jugábamos, de vez en vez íbamos a ver cómo iban los preparativos, colocaban
en el patio mesas muy larga, con manteles bonitos y flores, llegaban los vecinos,
amigos y compañeros de trabajo de mi tío.
Mi tío
Ángel era todo un personaje en la comunidad, salió de Alvarado alrededor de
1932 ya casado, desde los 15 años tocaba el oboe en la orquesta, perteneció al sindicato azucarero y lo querían mucho, él
daba mantenimiento a las calderas del
ingenio, formó una gran orquesta entre los obreros, fue su director muchos
años; también fue muy amigo Guillermo Salamanca, músico tlacotalpeño de gran talento y renombre, yo
disfrutaba mucho sus melodías al piano, cuando Jorge Saldaña lo presentaba en
el programa Nostalgia, el grupo musical de mi tío se llamó Los chiles fritos,
mientras que el de Memo: Choto el último. Cómo causaban risa los nombres.
Entre
hermosa música y mucha cordialidad, cenábamos todos juntos y alegres, al
terminar, cuando todos se iban mi tío le
hacía una seña a mi tía, era para que nos diera los juguetes. A mí, casi
siempre me daban una muñeca, de celuloy que era como plástico pero no muy
resistente, si la apretaba mucho se deformaba,
a mí se me olvidaba al jugar, la abrazaba y la oprimía contra mi pecho,
se le acho mataba la cabeza, quedaba como si hiciera muecas, así que, jugaba a
que ella era la enferma y yo la doctora o la enfermera, le recetaba medicina y
le hacía curaciones en su cabeza y demás lugares que se le enfermaran.
En una
ocasión, a Ángel le regaló una locomotora de fierro, cómo jugábamos con ella,
le metíamos papeles a la chimenea y los prendíamos, mientras iba andando iba
echando humo, cómo nos reíamos, esa sí que aguantaba cuando se descarrilaba o
se le caía encima el túnel con tierra y piedras. También le regalaban pistolas,
las que más nos gustaban eran las de mixtos, las accionábamos y tronaban.
Jugábamos a los policías, lo curioso era que él decía que mi pistola se trababa
y no disparaba, y que la suya sí: __”¡Qué casualidad! ¿Verdad?” Le decía yo,
nos enojábamos, dejábamos de jugar un rato, pero después, ya estábamos a las
grandes divertidas.
Como nada
más éramos Ángel y yo, (mi otro hermano nos llevaba muchos años), no quería él jugar con mis muñecas ni
trastecitos, yo no quería jugar sola, entonces yo terminaba arrumbándolos, y jugaba con él y con sus juguetes.
Luego nos
fuimos a vivir más al sur, al puerto de Coatzacoalcos, a mi papá le gustaba ver
el cielo de noche, me enseñaba las constelaciones, yo solo veía un montón de
puntitos temblando en la noche, con los años las fui identificando, decía que
con ellas se guiaban los marinos, esta costumbre es uno de sus grandes regalos
que ha perdurado por más de 75 años. Volviendo a Coatza, una Nochebuena vi algo
en el cielo que a los niños nos asustó, como nos dieron de cenar temprano salimos a jugar a la calle, los adultos se
quedaron cenando y platicando, yo vi el
cielo inmenso y profundo y se me ocurrió inspeccionarlo, al ver eso les dije:
__¡Miren! Todos nos asustamos y corrimos para adentro de la casa a refugiarnos
en los brazos de nuestros padres. Salieron a ver, nos dijeron riendo que era un
cometa, para entonces yo no los conocía, desde entonces he visto muchos.
Otras
Navidades las pasamos en Alvarado, Minatitlán, Las Choapas, Cosamaloapan,
Tlacotalpan, y el puerto de Veracruz, hasta que llegué a Poza Rica, aquí me casé y
tuve 6 hijos, ese día cenábamos mi esposo, mi madre y mis hijos, muy felices,
Felipe les compraba juguetes, nosotros
dos nos divertíamos de verlos tan felices, por eso, la Navidad es tiempo de
valorar que Dios nos mandó el mejor de los regalos: a su hijo Jesucristo.
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