Los Reyes
Magos están en el cielo. Un 6 de enero deciden venir a la Tierra a traer
regalitos a los niños. Melchor traía juguetes a los varoncitos: trompos,
baleros, canicas, pelotas. Gaspar, presentes para las niñas: muñequitas de
trapo, cazuelitas, tazas y platitos, todas estas piezas de barro elaboradas por
ellos. Baltazar muy emocionado, les traía riquísimas golosinas: melcochas,
pirulís, paletones, cocadas, alfeñiques y turrones. Sus costales venían
repletos y estaban ansiosos por entregar sus maravillosos dones.
Mientras
iban descendiendo, y para que el trayecto no se les hiciera tan largo, comentaban
varios temas, entre ellos si sus regalos les irían a gustar a las niñas y niños.
__”¡Claro!” Dijo uno en voz alta,
dejando a un lado la duda. __”Los hicimos nosotros mismos.” Afirmó otro con
orgullo. __”Ya verán, estarán muy contentos y agradecidos cuando se los
entreguemos.” Aseguró el tercero. __”Además se divertirán mucho tomándose fotos
con nosotros y nuestros preciosos animalitos.” Dijeron en coro los tres, y con
grandes carcajadas celebraron la ocurrencia dicha al mismo tiempo.
Bajaban y
bajaban, cabalgando en sus valientes animalitos, por fin llegaron, estaba muy
oscuro al tocar tierra, vieron un resplandor y comentaron: __”Miren la estrella
como cuando nació Jesús, ya estamos llegando a la primera villa, acerquémonos.”
Opinaron. Se fueron aproximando despacio, satisfechos de entregarle a los niños
sus lindos obsequios, entonces escucharon: __”Traca, traca, traca, traca.” Recibiendo
una lluvia de balas. __”¡Corran! ¡Corran! ¡Amigos! ¡Salvemos nuestras vidas!”
Se escuchó que se decían huyendo.
En lugar de
la estrella de Belén eran potentes reflectores, estaban muy cerca de un
campamento militar, los soldados creyeron que eran espías mandados por el
enemigo y los ametrallaron sin piedad, los Reyes Magos rápidamente se elevaron
al cielo, después del susto buscaban con la vista un lugar en paz, pero sus
ojos se fueron poco a poco llenando de lágrimas al reconocer esos reflectores
en muchas partes alrededor del mundo, por doquier zumbaban los bombazos, y más
de un misil por poco y los alcanzaban, entonces regresaron al cielo, llorando amargamente
porque los niños no recibieron los regalos que con tanto amor habían hecho, ni
se tomaron fotos recibiéndolos junto a los arbolitos de Navidad.
__”¿Será
que el mundo esté en paz el próximo año? Se preguntaron con esperanza secándose
los ojos.
Texto Publicado en:
Kaniwá #87 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo;
Veracruz. México, del 31 de diciembre de 2016.
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