Por Joel García Cobos.
En días
pasados se informó en los medios de comunicación, que el 25 de mayo, se
debatirá en el Senado, una ley para poner “tras las rejas a quienes prediquen
la palabra de Dios en horas impropias”. Así mismo se intenta condenar “a las
congregaciones que tengan el sonido alto en el culto o que anden visitando los
hogares para buscar adeptos…” de igual forma se pretende frenar por igual la
acción de incomodar a la familia de parte de “cobradores, aboneros, e incluso
la policía misma.” El castigo será hasta 6 semanas de cárcel.
Esta medida, es injusta, según mi punto de vista, está en contra de las garantías individuales,
pues cualquier grupo o individuo con toda libertad, puede ir de casa en casa o hablar en
algún lugar público y comentar y difundir lo que quiera, siempre y cuando no
atente contra nadie. En el caso de los predicadores, se dedican a hablar de
Dios, a leer la Biblia y otros libros, muchas
personas con estos conocimientos llegan
a abandonan malos hábitos y mejorar sus relaciones familiares.
En el caso de vendedores y cobradores, es un ramo del comercio, por medio de esta honrada actividad muchas
personas y familias adquieren sus ingresos y se ganan la vida. Si se dan algunos
casos, hay una señora que en una tina, vende varios productos del campo, y
aunque uno le diga “no gracias” o “en otra ocasión” ella sigue con volumen más
alto, proponiendo sus mercancías.
Esto, puede llegar a irritar, pero lo que debemos es comprender que
quiere ganar algún dinero y llevar a su casa, está luchando en esta vida de
tanta competencia, por vender y sacar adelante a su familia.
Lo que violenta la placidez de los hogares mexicanos no son ni
predicadores ni cobradores, pues los primeros con no abrirles la puerta se van
enseguida, y los segundos, si no quieres que te cobren no compres y ya. Lo que
molesta, son tanta inseguridad, desempleo, atropellos; que cada día los
productos y servicios están más caros;
tantos accidentes causados por el alcoholismo; tantos asaltos y robos;
la impunidad; la corrupción; las mentiras; que no les paguen sus pensiones a
los ancianos y trabajadores gastados por la vida; los políticos que desaparecen los
presupuestos y sumen en la miseria a estados enteres, cientos de municipios y millones de ancianos,
mujeres, jóvenes y niños, que tienen
hambre.
Y es aquí, donde miles de predicadores llegan hasta nuestros hogares,
hospitales, centros de trabajo, escuelas,
en la calle misma, y con una
sonrisa en sus labios nos repiten aquellas palabras: __”Venid a mí, todos
aquellos que están cargados y cansados, y yo os haré descansar” nos recuerdan
las palabras de Aquel que fue golpeado, ridiculizado y ensangrentado: __”Llevad
mi yugo sobre vosotros y aprended de mi” y con unas frases nos dan esperanza:
__” He aquí yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra.”
Así que, llegue el 25, gane Donald o Hilary, aprueben esta o la Ley Dominical, Cristo
viene pronto.
Texto
Publicado en: Kaniwá #49 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza
Rica de Hgo; Veracruz. México, del 10 de abril de 2016.
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