Por Joel García Cobos.
Continuando con la descripción del
Poza Rica de fines de los años
60´s y principios de los70´s, aludo ahorra
el costado Sur del mercado central, que me parece un lugar típico, digno de haber sido
plasmado por el extinto pintor
francés Toulouse Lautrec.
Foto Humberto "Jarocho" Rivera. |
Linda con la calle Heroico Colegio Militar, resultando un
segmento muy transitado y caótico, la
gente era tal, que la primera
impresión que daba, era ser
una calle peatonal, de esas que
hay en algunas ciudades
donde las personas caminan sin preocuparse
de los carros, pero nada más
lejos de la
realidad, pues aquí descargaban los camiones proveedores, sin mediar al parecer, reglamento ni horario
alguno.
Los señores cargadores andaban libremente con sus
diablitos, transportaban refrescos, barras
de hielo, bultos de ropa, cajas, cilindros de gas, etc. Otros, en sus carretillas largas de madera, hacían lo
propio con todo tipo de mercancías
como: costales de granos; azúcar; jabón; jaulas de pájaros; cubetas con
flores; frutas; verduras; etc; aprovechando una sombrita, se tiraban
sobre los camastros para descansar y refrescarse.
De
enormes camiones descargaban todo tipo de objetos: boiler; tinacos; escaleras;
muebles del hogar; tubos de
varios materiales, tamaños y colores; herramientas; royos de
mangueras, láminas de asbesto, cartón y zinc; maderas, etc.
De este
mencionado lado, los puestos del mercado
no daban a la banqueta, estaban internos, circundados de tela ciclón y láminas, no se veía para
adentro, una parte era de fondas, le
seguían: verduras, frutas, aves, flores,
cada cual aportando sus característicos aromas, sonidos y vistas
a este panorama
costumbrista de unos 800 metros cuadrados.
En el
lado de enfrente, en construcciones de
todo tipo y materiales, habían departamentos, consultorios, oficinas, estaba tapizado
de comercios, habían peluquerías,
ferreterías como Tellería, ventas
de pinturas, hoteles como el Nuevo León;
tiendas de abarrotes, fondas,
cafés como el famoso Capri atestado de gente por sus ricos bísquets,
En la
esquina con Kehoe Vincent, también captaba las miradas aquel
indignante y pestilente basurero, el
más céntrico del mundo, era una
vergüenza, aquí se reunía los
desperdicios del mercado y se iban a tirar
a uno mayor, por más que se lavaba y
lavaba despedía fétidos olores, el camión recolector provocaba
embotellamiento y pleitos.
A los
vehículos mencionados hay que añadirles: taxis; el de la Comisión de luz arreglando unos
cables; bicicletas; motos y
particulares, por más que se
prohibió estacionarse de lado y
lado, siempre habían muchos formados en una o dos filas, el abnegado agente de tránsito haciendo su labor, les
hacía ver su mal proceder, se
quedaba cayado y se despedía muy agradecido
cuando le deslizaban un papel
en la
mano que se preparaba un
poco antes de ingresar a ese paraíso.
Por último
menciono con todo respeto algunos personajes típicos de
este “rinconcito de patria que sabe reír y cantar”: El merolico
vendiendo algo; el teporocho
cargando en su bolsa sus
pertenencias inseparables; las sexo servidoras
con sus mejores sonrisas y sus falditas más pequeñitas; los vendedores de la lotería
nacional y de pronósticos; las inditas
con sus trajes típicos y sus
tinas llenas de productos del
campo; los pedigüeños; los carteristas; los obreros y empleados con sus
uniformes; los deportistas con sus
enseres; niños y ´jóvenes que van o vienen a o de la escuela; indocumentados, turistas; policías, ancianitos, etc. Un mundo
de gente yendo y viniendo para todas partes.
¿Ha
cambiado en algo este panorama?
Publicada en: Kaniwá #19 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Ver. México, el 13 de septiembre de 2015.
Publicada en: Kaniwá #19 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza Rica de Hgo; Ver. México, el 13 de septiembre de 2015.
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