Doña Elisa Cobos, junto a su esposo Holofernes García, ambos ya finados. |
Por Luis Navarro Arteaga.
Dueña de un
don natural para contar historias cotidianas, en menos de un año la señora
Elisa Cobos Enríquez se convirtió en una de las colaboradoras consentidas de
Kaniwá. Su hijo Joel García Cobos que lleva más de 25 años colaborando con La
Opinión, desde aquella época en que el suplemento se llamaba dominical y luego
Versatile, la animó para que plasmara por escrito todas aquellas narraciones que
contaba en las tertulias familiares.
Así en marzo
de 2016 comenzó a publicar en estas páginas, y de inmediato comenzó a recibir
positivos comentarios de sus textos. Desafortunadamente el pasado 23 de enero
de este 2017, a las 5 de la mañana, falleció en el puerto de Veracruz, a donde
se fue a vivir el 5 de diciembre de 2016 a renovar su anecdotario. “Se quedó
dormidita por problemas respiratorios y cardiacos”, recuerda su hijo Joel.
Elisa Cobos
Enríquez nació el 18 de abril de 1934 en Loma Bonita, Oaxaca, donde su padre Francisco Cobos Reyes,
originario de Cosamaloapan, Veracruz fue a trabajar en el cultivo de la piña.
Su madre Dolores Enríquez y Enríquez, era oriunda del puerto de Veracruz, pero
con familia de Alvarado.
Sus padres
eran amantes de la naturaleza y llevaron durante 8 años a Elisa de pueblo en
pueblo y de comunidad en comunidad, pues su papá sabía muchos oficios y era muy
generoso y desinteresado. A donde iba era bien recibido, cambiaba el panorama
con sus oficios, recuerdan los hijos de Elisa.
Sus papás le
enseñaron las primeras letras, a observar las estrellas y el amor a los
animales y al contorno ecológico. A los 8 años decidieron que la niña debía ir
a la escuela y decidieron establecerse en Alvarado, tierra de sus antepasados
maternos, y muy cercano del pueblo de su padre, a donde iban frecuentemente por
lancha, sobre el río Papaloapan.
En Alvarado
fue primero a la escuela Leona Vicario y luego a la Manuel M. Oropeza. A la
niña le gustaba leer, escribir y hacer composiciones. Cuando la adolescente
terminó la primaria, a los 15 años, la familia se fue de vuelta al sur para
establecerse por diversos periodos en varias comunidades y pueblos como
Minatitlán, Coatzacoalcos, Las Choapas.
Elisa llegó a
Poza Rica en 1954, vino a vivir con una tía que andaba por acá. Aquí se casó el
22 de noviembre con el señor Holofernes
García Casanova, originario de Tampico Alto, Veracruz, El esposo de Elisa tenía
su propia historia de migrante. Vivió en Tampico, Tamaulipas, desde la
adolescencia donde aprendió carpintería y trabajó de cartero, pero ya en Poza
Rica entró a trabajar como obrero en el Departamento de Ingenieros Civiles y
luego en Geofísica y Cementación de pozos, había quedado viudo con un hijo
pequeño (Carlos).
El nuevo
matrimonio establecieron su hogar, ella tenía 20 años y él 38, pronto se
convirtió en una madre bella, comprensiva, abnegada, de sus 6 hijos, la última nació cuando Elisa era una mujer
mayor.
Joel recuerda
que su madre “era muy tolerante, jugaba con nosotros, nos platicaba su vida y
la de la familia, le gustaba escribir desde pequeña, pero en los cambios dejaba
sus cuadernos con sus textos por más que los quería conservar. Ganó varios
concursos literarios promovidos por el DIF Estatal, le regalaban libros y una
vez fue invitada a un viaje cultural a la Hacienda El Lencero. Era una
narradora natural, todo lo contaba con mucha gracia, buscando los rasgos
positivos de las personas y sucesos, dice.
Sobre la
publicación de sus historias en este espacio, Joel afirma que “Como yo escribía
en el suplemento primero, durante 18 años, ella se emocionaba, estaba al tanto,
yo le decía que publicara sus cuentos, que le inspiraban sus nietos en sus
diferentes etapas, un día me dijo que sí, cuando apareció Kaniwá le gustó
mucho, le recordé que ya había aceptado publicar, y comenzó a publicar en marzo
de 2016”.
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