Por Joel García Cobos.
Hubo una vez un programa de televisión
en un país llamado México, tan extenso y tan lleno de artistas nacionales y extranjeros,
que la gente se pasaba toda la tarde frente a su televisión, observando a los
nuevos y cantando las melodías de los ya consagrados.
Se dice que
dicen, comenzó en 1969, correteando una India María enamorada de su güerito, el
Director y Productor llamado Raúl Velasco, que
era cuñado de un ex presidente,
accionista de la nueva empresa que se formó de 2 anteriores: Televisa.
La gente recuerda que el programa duraba
un promedio de 3 horas y media y un máximo de 5; tenía en su repertorio para
todos los gustos, niños, jóvenes, adultos
y ancianitos, una de estas se hizo
famosa porque en quién sabe cuántos años no dejó de asistir al estudio de
grabación; y fue creciendo su importancia que llegó a transmitir a muchos
países de América, incluido claro está, Estados Unidos con su audiencia
hispana; Europa, Asia, no se recuerda si también África y Oceanía; Los artistas y productores de habla
inglesa se quejaban porque casi no le daba chamba.
Otra asunto que se dice y pasa de
generación en generación, es que en el mundo, en ese entonces, había muchos y
muy fuertes problemas políticos y
sociales, en México había pasado recientemente la Matanza de Tlatelolco,
con sus historias de horror y lesión a los derechos humanos, la población en general y el gremio
estudiantil estaba inconforme y agitado con el ex gobierno represor del ex
presidente Díaz Ordaz; pero este programa musical gustaba a las masas y era
como una pastillita de Valium, la gente se
pasaba viéndolo y comiendo palomitas, muy despreocupada, duró 29 años, mientras
varios países de América sufrían invasiones, agresiones y guerrillas.
Se dice que se contaba de esa
aparente calma de nuestro país, las conciencias adormecidas estaban orgullosas
porque se adulaba con fines benéficos que México era la Puerta de América para
los artistas de todo el mundo, que si
triunfaban en México tenían asegurado el éxito en todo el continente, y no era
muy difícil de creerse, pues dícese que se decía que los socios del Canal de
las Estrellas lo eran además de salones de baile, teatros y demás negocios relacionados
a la próspera farándula.
Las crónicas también cuentan que en este país de ensueño, cada jovencita o
jovencito esperaba a su príncipe azul o
princesita azul, innegable que el
programa fascinaba, la gente lo veía para ver a sus reyes y princesas y saber cómo se vestían,
cantaban, comían, bailaban, actuaban, se
divertían, incluso se besaban o se peleaban, rompían guitarras y otras cosas
más, algunos países muy cercanos al corazón de México estaban siempre presentes
los domingos a través de sus favoritos: Cuba: con Celia Cruz; Gloria Estefan;
Jon Secada; España nos invadió otra vez con Mocedades; Rucio Durcal; Julio
Iglesias; Camilo Sesto; Rucio
Jurado; Raphael, Miguel Ríos; Miguel
Bosé; Alaska y Dinarama; Parchís; Hombres G; Locomia; Mecano; Pedro Marín; Mónica
Naranjo.
Argentina se gana un párrafo para
ella sola, y aunque lloraba sus golpes de estado, su súper inflación y sus
miles de desaparecidos, sus artistas no salían de México: Leo Dan; Palito
Ortega; Sandro de América, que volvía locas a las jovencitas con sus ropas
estrafalarias, movimientos; Libertad Lamarque, ya vivía aquí exiliada; Pimpinela;
Leonardo Favio; Pierro, que no era de nacimiento argentino; Charly García; Pablito
Ruiz; Amanda Miguel; Diego Verdaguer; Laureano Brizuela; Soda Stereo.
Estados Unidos entró de todos modos con artistas de
ascendencia latina como Manuela Torres
que salió de pleito con los hermanos Castro por aquello de quién fue primero,
el huevo o la gallina, y que Velasco llamó La
que nació para cantar; Vicky Car; Selena, que dicen dio el más alto
auditorio al programa; y de habla inglesa reconocidos: Ray Conniff, que ponía frenético al público
del estudio; Eydie Gorme.
Venezuela, pocos: Jose Luis Rodríguez El Puma; Ricardo
Montaner; Franco de Vita; Los Chamos;
Ma. Conchita Alonso, nacida cubana y reina de belleza en Caracas.
Se cuenta y va de boca en boca, que el programa imponía sus reglas, en el mes patrio
no se presentaba ningún artista extranjero, solo mexicanos. Pero en octubre se
emparejaban, no faltaban los pegajosos españoles, con su constante sonrisa y su
estribillo, “amo a México, me siento mexicano(a), México es mi segundo hogar…”
que pronto copiaron también los de otras
naciones; además, se dice que cuando el
artista griego nacido en Egipto, Demis Roussos se presentó, causó una honda
impresión, por su enfermiza corpulencia, su larga barba, sus deslumbrantes túnicas
y sobre todo, su hermosa y delgada voz cantando en un impecable inglés.
Se dice que
todos los artistas que le cantaron a México en esos 29 años, se presentaron en Siempre en Domingo, de 1969
hasta 1998, que cerró por deterioro de la salud de Raúl Velasco, el que decía:
Aún hay más. Se dicen tantas cosas
después de tantos años, que aún hay mucho qué contar, así que este cuento
continuará si Dios lo permite).
Texto
Publicado en: Kaniwá #40 Suplemento cultural del periódico La Opinión, Poza
Rica de Hgo; Veracruz. México, del 7 de enero de 2016.
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